"Pensaré este fin de semana qué es lo que más conviene a la sociedad valenciana". Esta fue la última reflexión de Ximo Puig el sábado antes de encaminarse a Morella, su municipio, donde ha pasado las últimas 36 horas. Desde las seis de la tarde el jefe del Consell se encuentra de nuevo en la capital, en su despacho del Palau de la Generalitat, reunido con su equipo de confianza y analizando hasta última hora si, finalmente, mañana disuelve las Corts Valencianes y adelanta las elecciones autonómicas al 28 de abril, haciéndolas coincidir con las elecciones generales convocadas por Pedro Sánchez.

Si así sucede finalmente, Puig deberá convocar un pleno extraordinario del Consell para trasladar a los consellers su decisión de firmar el decreto de disolución de las Corts Valencianes y convocatoria de elecciones.

Puig ha coqueteado en varias ocasiones desde el pasado verano con la posibilidad de adelantar las elecciones con el objetivo de singularizar a la C. Valenciana y separar sus comicios de los del resto de autonomías de régimen general (las no históricas). Ha sido sin embargo el adelanto de las elecciones generales el que ha precipitado los acontecimientos y ha provocado una evolución en los últimos días, después de que hace diez días afirmara que el adelanto era "posible, pero poco probable". El jefe del ejecutivo habría asumido durante los últimos días que la legislatura está agotada. Una sensación que indicaría que el presidente tiene la decisión tomada.