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Proyecto

La UPV presenta un edificio a prueba de desastres naturales y ataques terroristas

El diseño de la nueva estructura solo elevaría en un 5 % el coste total de la construcción

La UPV presenta un edificio a prueba de desastres naturales y ataques terroristas

La arquitectura del futuro será a prueba de ataques terroristas, accidentes y desastres naturales. La primera piedra para alcanzarlo ya está puesta después de que ayer, en Alberic, un edificio-probeta a escala real superase con éxito el experimento por el que se comprobó la fiabilidad de los métodos de diseño propuestos por un equipo de investigadores de la Universitat Politècnica de València dirigidos por el profesor y miembro del Instituto de Ciencia y Tecnología del Hormigón José Miguel Adam.

Tal como señaló Adam, su trabajo se centra en «detalles de la estructura», en recomendaciones de diseño; los materiales utilizados son los convencionales. Ello permite que el coste de un edificio con estas características en su seguridad sea tan solo un 5 % superior al de las construcciones convencionales.

Aunque pensada en principio para grandes infraestructuras públicas, su bajo coste podría permitir que esta ingeniería se aplicase, en el futuro, en todo el parque urbanístico.

Según indicó el director del proyecto -cofinanciado por una Becal Leonardo de la Fundación BBVA-, es relativamente común que daños en principio muy localizados en la estructura de un edificio, como la destrucción de un pilar por una explosión, provoquen su completa demolición por el «colapso progresivo», un efecto en cadena de los daños.

Así, el objetivo del proyecto era estudiar y obtener un nuevo diseño para las edificaciones de hormigón que tuviese la capacidad de redistribuir la carga de la columna dañada por el resto del edificio, para evitar dicho efecto en cadena. Ayer, no obstante, lo importante eran los resultados. Después de dos ensayos previos en una de las esquinas, se pasó a examinar una área del edificio que ya contaba con la totalidad del diseño propuesto por el equipo de Adam. También las paredes habían sido revisadas, para que con la eliminación de una columna su peso no tendiese al centro, sino que se tensase hacia los laterales.

Sensores en la construcción

Con todo listo, se simuló el destrozo de un pilar exterior mediante la flexión de un soporte metálico. La obra vibró unas décimas de segundo, pero aguantó en pie.

La inacabable serie de sensores que monitorizaban el estado del edificio-probeta atestiguaba que el sostén de hierro no soportaba fuerza alguna: era como si esa esquina estuviese en el aire. Con el edificio ya estabilizado, se comprobó la desviación total sufrida por la estructura: 3,5 milímetros. El experimento había sido un éxito.

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