Cuando Narcisa y su marido acudieron a la comisaría de Abastos a recoger la denuncia, los propios agentes les «aconsejaron» que contactaran con la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) València, sabedores de la lucha incansable de esta entidad ante el drama diario de unos desahucios que no cesan. Y así lo hicieron. Para el portavoz de PAH València, José Luis González, el caso de Narcisa y su familia «es sangrante» por lo que, ante las lágrimas que asoman conforme desgranan su historia, su mensaje es claro: «No os vamos a abandonar, Narcisa».

Para la PAH, las elecciones son clave porque este país y esta autonomía «necesitan gobiernos valientes que afronten medidas claras para el problema de la vivienda que tenemos. Porque es un drama real y diario. No hay viviendas disponibles en el parque público. Durante años se dejó de construir vivienda pública, fue algo olvidado y ahora, tras la crisis, hay mucha demanda, porque hay mucha pobreza y los desahucios no cesan. A pesar de los esfuerzos realizados, no hay pisos disponibles que sean públicos pero sí hay un montón de pisos privados vacíos, muchos de ellos propiedad de un banco o de la Sareb (banco malo) a los que no importa dejar a una familia con niños en la calle para que esa vivienda siga estando vacía. Eso es lo que no se puede consentir. Porque a esos bancos sí se les ha dado dinero público. Así que, si la vivienda es de un banco que ha sido rescatado, el Gobierno debería obligarle a que firme un alquiler social mientras se va ampliando el parque público. La vivienda es un derecho y el pilar de las familias, lo básico, es tener un techo».

Y es que los servicios sociales -sabedores de la falta de pisos públicos disponibles- les dicen a los afectados que busquen un piso de alquiler en el mercado libre, «pero los precios no paran de subir y son inaccesibles». Por eso, su propuesta es clara, pero precisa de «políticos valientes». «Las mafias se benefician de la falta de vivienda y los jueces no valoran la vulnerabilidad de las familias. El caso de Narcisa es un claro ejemplo», concluyen desde la PAH.