La Guardia Civil celebró ayer que ya hace 175 años desde que el II Duque de Ahumada firmó el decreto fundacional del instituto armado. Y en València, su general jefe, José Hermida, lo celebró homenajeando al guardia más longevo de España.

Se llama Gil Lagarto Hacha y acaba de cumplir 100 años. Ingresó a los 22 años en la Guardia Civil y se formó en la academia de Alzira, que existía. Luego, sirvió «en Moncada, Massamagrell y Paterna». Lo recuerdo con una lucidez envidiable. Igual que se acuerda de la vidas que salvó en Paterna durante la riada del 57, el servicio del que se siente «más orgulloso». Un año después, en 1958, tuvo que salirse del cuerpo «porque el sueldo de guardia no daba para pagarle a sus hijos los estudios universitarios».

No fue el único guardia veterano en el acto de ayer. También recibió su homenaje y se sintió igual de «emocionado» de Lagarto, el cabo primero Florentino Rodríguez Pavón. Sin tradición 'verde' en la familia, sin padre ni abuelos en el cuerpo, decidió hacerse guardia civil para dejar de trabajar con ganado de sol a sol como jornalero que era en su pueblo toledano, Villarejo de Montalbán. Y lo hizo «a la luz de un candil» y superando la falta de estudios que otros candidatos sí tenían. Pero entró. Y estuvo 15 años en el cuerpo, hasta 1976, cuando 'colgó' el uniforme para irse de funcionario civil a los servicios territoriales de Educación.

No fueron los únicos condecorados ayer. De la treintena de medallas impuestas, sobresale la recibida por el cabo Raúl Blázquez, destinado en Carlet y que, jugándose la vida, salvó la de tres personas mayores durante el temporal que azotó la Ribera en junio del año pasado. Él agente, recordando un consejo de su padre, que es bombero, se ató una cuerda a la cintura y no dudó en meterse en las aguas donde se había quedado atrapado el coche y sacarlos a cuestas uno a uno. Ayer recibió la medalla al mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo.