Pese a que más del 55 % de las personas que estudian en los conservatorios son mujeres, en realidad la mayoría de los que conforman las orquestas son hombres. El porcentaje de mujeres, en este caso, cae a poco más del 30 %.

Aunque la brecha musical se hace aún más evidente en dirección. Un asunto casi exclusivamente masculino. Ayer, sin embargo, todas las músicas que subieron al escenario del Palau de la Música eran mujeres. Era, explicaron, su forma de aportar una de las tantas semillas del cambio hacia un mundo igualitario para que las niñas que ayer cantaban en la Sala Iturbi del Palau de la Música puedan ser lo que «ellas quieran».

El espectáculo, en el que participaron alrededor de los 150 alumnos y alumnas de la UTEM Escola de Música, a beneficio del Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (Cavas, construída hace 25 años tras la desaparición de las niñas de Alcàsser), estuvo dedicado a la música reivindicativa, con componente feminista, y creada íntegramente por compositoras. Como Eva Ugalde, Mar Hernández, Matilde Salvador o Salomé Díaz.

El grupo de música también estaba compuesto enteramente por mujeres. Entre ellas, Mireia Vives, Regina Fuentes, Cecilia Monteagudo o Neus Fernández. Esta última, bajista y percursionista, decidió acudir al evento expresamente desde Barcelona atraída por la filosofía tanto humana como artística que encerraba el proyecto. Neus Fernández explica sin ambages que siempre ha convivido con la discriminación de quien considera la música un asunto masculino, más aún si de lo que se habla es de intrumentos como el bajo o la batería.

Remover conciencias

«El objetivo de este concierto, además de recaudar el máximo posible para ayudar a Cavas, es concienciar a todo el mundo de la realidad de las mujeres, en general, y de las músicas en particular» indicó Esther Borja, codirectora de UTEM Escola de Música.

Que ya sean cerca de un millar de mujeres las que han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas desde que se empezaron a contabilizar oficialmente los feminicidios en 2003, fue el detonante que «removió las conciencias» de esta escuela que basa su educación en la «creación de valores».

Fue en ese momento cuando, explica Borja, decidieron aportar su «granito de arena» a la causa feminista y organizar este concierto en el 13.º aniversario de UTEM Escola de Música. La sala se encontraba llena hasta los topes de familiares que habían acudido a disfrutar de la voz de sus hijos e hijas. Algunos, de hecho, alzaban la luz de sus móviles para que supieran en qué butaca se encontraban y darles, así, mayor seguridad sobre el escenario.

No fue necesario, sin embargo, pues ninguno de ellos flaqueó durante la actuación, en la que llegaron a utilizar objetos como cintas o abanicos de colores (incluido el violeta) para evidenciar la diversidad y, a la vez, de la necesidad de una igualdad real. Y es que el propósito de este concierto no era otro que reivindicar «un mundo respetuoso donde todo el mundo pueda ser lo que quiera ser sin importar su género, un mundo comprometido, sin brechas de ningún tipo».