Ayer se vivió una intensa jornada de emociones en el Colegio Santo Tomás de Villanueva de Valencia. El Gobierno japonés -a través de la Fundación Japón- organizó y convocó el examen oficial de lengua japonesa Noryoku Shiken, más conocido como Nôken, en esta institución educativa de la calle Albacete. La Fundación Japón se dedica exclusivamente a difundir la lengua y la cultura de su país en todo el mundo, y para esta convocatoria, ha elegido como su sede oficial a València.

Tal como informaban fuentes de esta entidad, «desde 2015 la cifra de estudiantes de japonés en la Comunitat Valenciana se ha duplicado, y se estima que, en la actualidad, unos 650 valencianos estudian este idioma». Algunos de ellos se presentaron el domingo a una convocatoria que reunió «a 126 participantes venidos de lugares tan variopintos como Francia, Irlanda o Italia». Además de otras ciudades de España, o de diversos puntos de la Comunitat, como Vila-real o Almassora, tal como pudo comprobar Levante-EMV.

Por ejemplo, Nieves Gallardo, de Almassora, comentaba que en un futuro próximo le gustaría «vivir y trabajar en Japón», país que ya conoce «como turista». Además, como apunta el novio de otra joven que se examinaba ayer, «mi pareja se está formando en económicas y másteres, pero saber japonés le abrirá nuevas opciones profesionales en ese campo».

El examen de ayer, en los distintos niveles de dificultad, era tipo test en las modalidades de gramática y vocabulario; de listening, en el equivalente al inglés.

El japonés es una lengua especialmente complicada para los occidentales. Se compone de tres sistemas de escritura o alfabetos: Hiragana, Katakana y Kanji.

Los katakana sirven sobre todo para la transcripción de las palabras extranjeras. Los hiragana representan terminaciones, los sufijos y otras partículas.

Los kanji se utilizan, en función de su sentido, para representar las palabras de origen chino. Son símbolos con significados concretos que al combinarse generan otras significaciones.

En general, quienes estudian esta lengua están hechizados por este país de tradiciones milenarias y con un excelso patrimonio. Olga Quintana, arquitecta, de 33 años y vecina de Aldaia, se examinó ayer del N1, el nivel más alto. «He estado viviendo en Japón por motivos de trabajo y pronto lo haré en Francia pero no quiero perder el contacto con los amigos japoneses que tengo allí. Además me atrae mucho la cultura japonesa», decía.

Por su parte, Irene Fernández, funcionaria de 36 años, se mostró optimista: «Me he examinado del N1 y espero que me haya salido bien, no lo he encontrado muy difícil», matizó. «Desde que llegué a València he tenido la oportunidad de conocer a una amiga japonesa y con ella empecé a estudiar». Luego, en un futuro próximo, «no descarto que me abra nuevas oportunidades profesionales aunque hoy por hoy lo estudio porque me gusta el idioma y las tradiciones japonesas», subrayó.

Nicol Andrea Moreno, con solo 15 años, es una enamorada «del dibujo, me encanta dibujar desde que era pequeña, y me encantan las bellas artes, en especial el Manga y el Anime», por eso, le encantaría dedicarse en un futuro profesionalmente a este campo artístico vinculado a la cultura nipona del siglo XX. Lo mismo le ocurre a Ana María Tamarit, de 15 años, que destaca que Japón «tiene mucha cultura».