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El reparto de funcionarios desata una batalla entre las conselleries

La escasez de personal suficiente para cubrir la ampliación del organigrama comienza a crear problemas en los departamentos

Complejo administrativo 9 d'Octubre. josé aleixandre

La batalla por las competencias entre las conselleries del Botànic II se resolvió antes de las vacaciones estivales sin excesivas heridas. Quedan flecos pendientes que no se resolverán hasta que se aprueben los reglamentos orgánicos y funcionales de los distintos departamentos, aunque no se esperan grandes tensiones. Y es que la madre de todas las batallas no está previsto que se libre en el ámbito competencial. Es el reparto del funcionariado, un bien escaso y preciado en el Consell de la Generalitat, el que se antoja más complicado.

De hecho, los doce departamentos pactados por el tripartito (dos conselleries más que en el primer Botànic) se preparan ya para una disputa de resultado incierto.

Ni siquiera los reglamentos orgánicos (las órdenes de desarrollo de la estructura administrativa en el que se delimitan las competencias de cada área) acabarán de resolver este asunto. Por primera vez, el Consell ha decidido que el nivel administrativo de cada conselleria, es decir, aquel constituido por todas las unidades dependientes directamente de los órganos superiores y del nivel directivo, no esté incluida en estos reglamentos.

Ello implica que todo el diseño de la cúpula funcionarial (subdirecciones, jefaturas de servicio, etc) queden pendientes para una segunda fase. Este dibujo es fundamental para que cada conselleria, sobre todo las nuevas o las que han sumado o restado funciones, sepan cómo se va a trabajar desde el ámbito interno y con cuánto personal, tanto con galones como de base, se va a contar.

Cabe apuntar, además, que aunque el reparto de conselleries teóricamente está acordado y plasmado en órdenes y decretos, en muchos casos transferir las competencias no ha conllevado el trasvase de mano de obra.

Preocupación

La conclusión es que hay conselleries con más competencias, pero con el mismo personal que la pasada legislatura. En un contexto de grave escasez de funcionarios y funcionarias tras años sin ofertas de empleo público y con una plantilla envejecida que pierde personal cada año por jubilación, existe preocupación en las conselleries.

Hace cuatro años, por ejemplo, la Conselleria de Transparencia de nueva creación tuvo que pelearse por plazas con incentivos retributivos para atraer a funcionarios de otros departamentos. Las fricciones han comenzado ya, si bien el parón de agosto ha mantenido el fuego a raya. Sin embargo, en el arranque del curso político los altos cargos consultados admiten que el tema del personal será un problema.

La incertidumbre afecta también al propio funcionariado. Hoy por hoy no es posible localizar a través del buscador de personas de la web de la GVA a ningún empleado público. Así las cosas, tres meses después de las elecciones, el Consell sigue sin tener claro qué funcionarios van a estar asignados a cada una de las conselleries y Presidencia. En teoría, el grueso continuará en sus puestos, pero habrá cambios. La guía de la web indica que no puede facilitar el contacto con los funcionarios porque se está adaptando la nueva estructura administrativa.

Se agrava la situación

La falta de efectivos para sacar adelante la gestión es un problema que se arrastra desde hace mucho tiempo. Ya en la pasada legislatura, el Consell bipartito hizo saltar las alarmas sobre cómo una plantilla escasa y envejecida puede acabar creando atascos en los trámites administrativos. La fotografía de la plantilla no es ahora muy diferente a hace algunos años. Sin embargo, el incremento de las conselleries, así como del segundo escalón, no hace sino agravar el problema.

Voces internas del Ejecutivo ya plantearon en su momento el error del agigantamiento del organigrama de las conselleries. Nuevas secretarías autonómicas y direcciones generales implica necesariamente unidades administrativas al frente de las cuales debe haber personal. Las plazas, sin embargo, están contadas ya que existe un déficit importante de personal. En todo caso, el reparto de empleados públicos (necesariamente tendrá que haber trasvases) tendrá un impacto en las áreas. La matemática no engaña: si alguien gana, alguien pierde. Y con tres partidos luchando por la proyección pública, la discusión no será pacífica.

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