La falta de aportes hídricos, el exceso de nutrientes orgánicos, los vertidos y los excesos urbanísticos han conducido al lago de l'Albufera a una situación crítica. Y aunque la contaminación del agua por fósforo se ha reducido por primera vez en dos décadas, el equilibrio continúa siendo muy precario. Tanto es así que Paloma Mateache, directora del parque natural, afirmaba ayer sin ambages: «Es un enfermo, no sé hasta qué punto terminal, pero que en estos momentos está en la UVI».

La responsable de conservación del enclave natural incidía en las causas del color verde de la laguna, destacando: «El problema es que nos hemos acostumbrado a verla así». «La gente no sabe que se debe a una proliferación de algas tremenda debida a la gran materia orgánica que recibe», remarcaba.

«Debería tener aguas cristalinas con mucha vegetación acuática, pero ahora sus aguas están como las de las depuradoras», explicaba. Mateache recordaba el efecto de laminación que tienen estos humedales en caso de grandes temporales, por el poder de absorción de los flujos de agua, al actuar como esponjas.

Además son auténticos escudos contra el cambio climático, tal como advierten los expertos. «Incluso en el estado en el que se encuentra cumple unas funciones esenciales. Hemos visto lo que ha pasado en la Vega Baja y, en ocasiones, en las proximidades de València ha llovido en cantidades parecidas y la Albufera y el arroz han absorbido esos flujos de agua». Su función de protección contra la intrusión marina era otra de las claves que destacaba Mateache. Lo cierto es que la salinidad de l'Albufera va en aumento, como lo corroboran las familias de flamencos que cada año recalan en sus lagunas.

La directora del parque natural ponía el dedo en la llaga al recordar la falta de agua, una reclamación constante de grupos conservacionistas y del Ayuntamiento de València, propietario del lago. Sin ir más lejos, en el último congreso Living Lakes sobre humedales celebrado en la Petxina, expertos de 55 países firmaron un manifiesto pidiendo mayores aportes del Júcar para l'Albufera. «Hay muchas actividades en el entorno que la degradan, tanto por vertidos como por ruidos innecesarios, construcciones e infraestructuras; actuaciones que deben mitigarse para que l'Albufera vuelva a estar en condiciones», desgranaba. Sin ir más lejos, este verano la Fiscalía Provincial abrió una investigación por el alarmante descenso del agua del lago, al incumplir la Junta de Desagüe con los niveles mínimos marcados por la Conselleria de Emergencia Climática.

Resiliencia

Pese a todas las agresiones sufridas , para Mateache la situación es «reversible», pues «estos ecosistemas tienen una resiliencia brutal». «Sólo necesitan agua y limpia», remarcaba, para acto seguido exigir «que dejen de llegar aguas residuales y no abastecernos sólo de la que obtenemos en determinados periodos estacionales».

«Los organismos públicos deben invertir más y la administración del Estado acabar los proyectos iniciados», enfatizaba en las jornadas sobre seguridad del medio ambiente, organizadas por el Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales y el Grado en Criminología de la Universidad Católica en colaboración con la Guardia Civil.