Ayer, en las horas previas a la jornada electoral, apareció un nuevo candidato capaz de remover la participación y zarandear a los votantes. Un tal Bernardo, la segunda borrasca nombrada de la temporada. En cuestión de unas horas montó un programa electoral y lo cumplió, con gran efusividad. Sus rachas de viento fuertes, el frío, los chaparrones y la nieve dieron continuidad al tiempo desapacible que viene acompañándonos desde hace un puñado de días. Siempre que llegan las elecciones, se habla de cuotas de participación y del tiempo. Curiosamente, a este último se le atribuyen capacidades antidemocráticas -porque no se votan, claro- para cambiar el número de sobres depositados en las urnas. En esto tienen mucho que ver los medios de comunicación, que se aventuran a hacer pesquisas de todo tipo cuando se avecinan las elecciones: cuál será el sentido de los votos y por qué, ligando los resultados hasta con el viento. Si sopla mucho y es frío, tal; si es más bien cálido, Pascual. Esto sin tener un respaldo científico concluyente.

Ayer en el País Vasco, Zamora, Salamanca y la Comunitat Valenciana saltaron noticias sobre las "amenazas" de Bernardo de cara a la participación. Por aquí el viento de componente noroeste sopló con mucha intensidad. Los observatorios de la red AVAMET en Xodos, Culla, Xert, Titaguas o Catí llegaron a registrar rachas máximas cercanas a los 100 kilómetros por hora. Además, el mistral fue frío, tal y como suele suceder en estas fechas. Varios pueblos del interior no sobrepasaron los 10 ºC en todo el día, como El Toro, la Puebla de San Miguel, Vilafranca o Penáguila. A pesar de esto, en los sucesivos balances la Comunitat ocupó un puesto destacado en el número de votos. De momento, ningún estudio parece haber sacado conclusiones claras sobre cómo fluctúa la participación según haga 'buen o mal tiempo'.

En el mes de abril, en Meteored hicimos un rastreo exhaustivo de las elecciones con mayor y menor tasa de participación en España, asociándolas con la meteorología. Tampoco encontramos ninguna correlación. Por ejemplo, el 3 de marzo de 1996 fue a votar más del 77% del electorado con un tiempo muy revuelto. Una profunda vaguada afectaba gran parte del Mediterráneo occidental, abrazando la mitad oriental de la Península Ibérica, con frío, viento, lluvias y nevadas en cotas medias. En cambio, el domingo 26 de junio de 2016 salió un día espectacular y la tasa fue del 66%, una de las menos concurridas desde la Transición. En definitiva, no se debe ligar el éxito de convocatoria con el estado del cielo o las temperaturas. Se ha demostrado que cuentan muchísimo más las 'ganas de cambio' de la sociedad. ¡Ay Bernardo!