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Potabilización

Cuando el agua limpia llegó a la ciudad

La primera agua limpia que llegó a València a mediados del siglo XIX procedía de un azud construido en Manises, bautizado como La Presa. El caudal del Túria se filtraba y se distribuía hasta el «cap i casal». Se trata de la potabilizadora más antigua de Europa.

Evolución de la potabilizadora de La Presa

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El agua potable que se consume en el cap i casal y el norte del área metropolitana procede de la Presa, la planta potabilizadora situada en Manises y propiedad del Ayuntamiento de València. A día de hoy, se trata de la instalación de tratamiento hídrico más antigua de Europa que todavía sigue funcionamiento.

Más de 150 años han pasado desde que, entre 1945 y 1950, se ejecutara la primera actuación para llevar agua limpia hasta la capital. Los dirigentes de aquella época mandaron construir el azud de la Presa, junto al Turia, a su paso por Manises. Una balsa de decantación -recinto donde el agua pierde por gravedad parte de los residuos que lleva- recogía el caudal del río y un acueducto lo trasladaba hasta el Arquillo, y de ahí, dos tuberías conectaban con el conocido Depósito General de la Cruz de Mislata, donde ahora se encuentra el Museo Histórico de València. Una canalización distribuía por la calle Quart y Caballeros la primera agua limpia que entraba en la capital.

Disponer de suministro hídrico comenzó a generar mayor demanda, además de una mejor calidad. De ahí que en 1980, la planta acometiera su segunda gran inversión. La obra se ejecuta en 1988 con el objetivo de aumentar la presión y el caudal. La actuación consiste en colocar unos nuevos filtros en la Presa así como más balsas de decantación, unido a duplicar el diámetro de la tubería de conexión entre el depósito de San Onofre, en Quart de Poblet, y el Arquillo.

La segunda actuación realizada en la Presa coincidió con la epidemia de cólera de 1885. Previamente, València había sufrido pandemias en 1934, 1855 y 1865. Pero la de aquel año fue devastadora. Se calcula que en la capital perecieron más de 4.900 personas, casi el 60% de los enfermos y una cuarta parte de los 20.000 fallecidos de toda la provincia a causa de la bacteria: una diarrea que provocaba la muerte por deshidratación. El último repunte de la epidemia en 1890 dejó agotado el modelo de abastecimiento de agua desde la Presa.

El colera y el cambio de siglo supuso un punto de inflexión para la planta. Los técnicos de la época diseñan un sistema completamente nuevo para suministrar agua del Túria tratada en la planta manisera. El proyecto fue aprobado en 1904 y financiado con una concesión a 90 años. El plazo de ejecución se prolongó hasta 1908. Así, se instaló un nuevo sistema de potabilización basado en los revólveres Anderson, además de nuevos filtros; se construyó la sala de bombeos, en uso hasta el pasado octubre, cuando fue sustituida por una nueva; también se acometió el primer depósito de Collado de planta circular; y se renovó la conducción en presión desde la Presa hasta València, así como la sustitución de gran parte de la red interior de canalización de la ciudad. Fue un salto de calidad de tal calibre, que la antigua red del acueducto y el depósito de Mislata se destinaron al riego y el baldeo.

La vida comenzó a asentarse alrededor de la Presa. En el camino de bajada hasta la instalación (la actual Vía Pista) vivían los casi dos centenares de trabajadores con sus familias. La parada del antiguo Trenet (La Presa) estaba a solo unas decenas de metros. En el interior, tenía su residencia el gerente de la planta, en un edificio que todavía se conserva con esplendor. A este inmueble iban religiosamente los operarios a cobrar sus nóminas, y tiempo después sirvió de laboratorio, cartel que aún luce en su fachada.

Pese a la innovación, la planta no dejó de crecer desde entonces. Hasta 1932 las inversiones se sucedieron como goteo constante, sobre todo en las balsas de decantación y en los filtros lentos, para ganar en la calidad del agua, así como un nuevo depósito del Collado.

Como ocurrió con el cólera, el final de la Guerra Civil también impulsó las mejoras en la Presa. Los técnicos aplicaron la modernización con la construcción de dos líneas de tratamiento del agua (baja y alta 1), mediante unos decantadores estáticos para filtrar el líquido procedente del Túria de todo tipo de microorganismos y residuos.

En el último cuarto de siglo XX se acometió una actuación definitiva para garantizar el suministro: conectar el canal Júcar Túria con la Presa para captar caudales sobrantes, ante la previsión de que el agua del río pudiera ser insuficiente para el abastecimiento de València. Apenas unos años después (1980), se construye la planta potabilizadora del Realón, en Picassent, para incrementar la capacidad de suministro a la capital y a l'Horta Sud. En 1990, la Presa amplía sus instalaciones para ganar en capacidad de tratamiento, estaciones y unidades de bombero para distribuir caudal a l'Horta Nord.

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