«Al final, no sé si lo que se dice es para tranquilizar a la gente o porque realmente es verdad». Los mensajes de los canales oficiales, llamando a la calma, se confunden con el relato de los medios y el clima de alarma social que impera por la irrupción del coronavirus en Italia. Los alumnos y alumnas que han optado por este país como su destino Erasmus han visto cómo su experiencia sufre un revés que nadie podía esperar, y en el que lo peor es la incertidumbre ante una situación completamente nueva, según coinciden Raquel, Emilio y Elena. Estos vecinos de Bocairent, Alfarrasí y Canals son tres de las decenas de estudiantes valencianos afincados este año en algún punto del país transalpino. La situación es distinta en cada ciudad, pero la nota común a toda Italia, que están sufriendo especialmente los estudiantes, es la cambiante información a cada minuto que pasa en torno a esta situación.

«Realmente, no hemos visto ninguna diferencia o anomalía respecto a la semana pasada. Tan solo un bombardeo de noticias a través de la televisión y las redes sociales. Pero en ningún momento la situación es tan exagerada, tan intensa como lo que ves en las redes». Es el testimonio de Emilio Ortolà, estudiante de ADE de 23 años, ahora de Erasmus en la ciudad de Brescia „en Lombardía, la región de Italia que es el foco del virus„. La situación, asegura, está lejos de ser tan caótica como parece que piensan sus vecinos y familiares, que no paran de preguntarle por su situación, preocupados, desde la otra orilla del Mediterráneo. «No saben qué hacemos en el día a día, dónde vamos, o con quién nos relacionamos, y eso preocupa a la gente. Pero nosotros estamos muy tranquilos», asegura el estudiante. El único protocolo que se les ha trasladado es que eviten los lugares masificados, y que vigilen especialmente su higiene, lavándose con regularidad las manos. También se ha puesto a disposición de la población un número de teléfono con el que contactar en caso de que se presente algún síntoma. Con todo, «de momento, el número de gente que vemos por la calle es el mismo. Han comprado más de lo que compraba habitualmente en los supermercados, ya no sé si para mantener menos el contacto con otra gente, o porque piensan salir menos a la calle», añade.

En la vecina región del Veneto, los ánimos están más alerta desde que el viernes un hombre de 78 años falleciese en la localidad de Schiavonia (Padua) por el coronavirus. Raquel Castelló, vecina de Bocairent de 20 años de edad, afirma que las mascarillas y el alcohol para desinfectarse las manos se ha agotado en las farmacias de Padua, donde estudia Lenguas Modernas. La cercanía con Schiavonia ha agitado a sus vecinos, que también han acudido en masa a los supermercados, según explica. Termina su relato con una anécdota reveladora: «Ayer (por el domingo) volvía en tren desde Bérgamo, y más o menos la mitad del pasaje iba con mascarilla. Yo no lo tenía, ya que aún no había podido comprarlo. Y noté que la gente que sí, al bajar en Padua, se nos apartaba al pasar, como si estuviésemos infectados», explaya.

El curso, en peligro

Por el momento, la mayor preocupación de los estudiantes es el devenir de su curso académico: «Nos han suspendido las clases durante una semana, y posiblemente la que viene continúen así. Tengo algún compañero al que le han dicho que si la situación no mejora, se cancelará el segundo cuatrimestre. Es lo que más nos preocupa ahora mismo, que podamos perder el curso», comenta Emilio. A Raquel también le han suspendido las clases hasta el 1 de marzo, «a la espera de más avisos». «Sí que estoy preocupada, la verdad», responde sobre lo que queda de su año universitario, «porque si acaban declarando la cuarentena, supondría quedarse así hasta la Pascua», lamenta.

Elena Pérez Polop, canalina de 25 años, coincide con ellos en este desvelo . «Todo el segundo semestre se podría echar a perder, aunque aquí somos conscientes de que si la crisis va a peor, hemos de ser responsables y tendríamos que irnos». Ella estudia en Roma, donde la situación «no es comparable a la de las ciudades del norte», explica. «Estamos yendo a clase sin problemas, y no se han producido cortes de transporte ni nada parecido», aunque el Vaticano y el consistorio de la capital italiana sí han suspendido algunas actividades, añade. «Es un tema de conversación, desde luego. Se habla del tema en clase, y por ahí. En mi opinión, no se le acaba de dar la importancia que se le debería dar», expresa. «Mi familia está bastante preocupada. Si los casos de virus empiezan a bajar hacia el centro de Italia, ya me han dicho que tendré que volver a España». La posibilidad también sobrevuela las mentes de Emilio y Raquel. De momento, esperarán.