Ni un beso, ni un apretón de manos. Tampoco un último abrazo. Sufrir la muerte de un familiar por coronavirus resulta especialmente doloroso para los familiares del finado debido a las estrictas medidas de seguridad sanitaria que marca el Ministerio de Sanidad y que están recogidas en el Procedimiento para el manejo de cadáveres de casos de COVID-19. Las consecuencias psicológicas de estos duelos sobrepasados por la alarma tendrán un impacto traumático en las familias.

Aunque no hay "evidencia sólida hasta la fecha del riesgo de infección a partir de cadáveres de personas fallecidas por COVID-19", el protocolo elaborado por Sanidad en colaboración con la Sociedad Española de Anatomía Patológica se basa en "lo observado para otros virus respiratorios" y "por el principio de precaución",se considera que los cadáveres de personas fallecidas por COVID-19 "podrían suponer un riesgo de infección para las personas que entren en contacto directo con ellos".

Pese a las implicaciones psicológicas que pueda tener una despedida fría y aséptica, esta forma de actuación tiene como único objetivo frenar la expansión del coronavirus en España. El duelo supone "una estructura socialmente aceptada" en cuyo proceso se dirige la atención hacia la persona fallecida, entendiendo la muerte y "aceptando sus consecuencias", explican desde el Instituto Superior de Estudios Psicológicos.

La ausencia de velatorios o la celeridad con la que se producen este tipo de despedidas puede derivar en lo que en la última actualización del Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM-5), una guía unificada de trabajo para profesionales de la psicología y psiquiatría, se conoce como duelo complejo persistente. "No pasar por los rituales de duelo socialmente aceptados puede dificultar la aceptación y la adecuada superación de las diferentes fases del duelo", apunta Voro Dasí, especialista en Psicología Forense.

Las consecuencias de no llorar a los muertos

En la situación actual, los entierros de personas fallecidas por el coronavirus en España se realizan en una intimidad tan estricta como las medidas de seguridad e higiene que se aplican para evitar contagios masivos como el sucedido en un funeral en Vitoria, donde 60 asistentes resultaron contagiados.

El profesor de Psicología Clínica de la Salud en la UJI, Rafael Ballester, explicaba en una entrevista con este diario que "es importante hacer un proceso de despedida del ser querido para evitar un duelo complicado para evitar que se genere lo que nosotros denominamos un 'duelo complicado', es decir, síntomas psicológicos con una duración e intensidad mucho mayor de la habitual".

Los síntomas del duelo normal desaparecen de forma paulatina con el tiempo. Sin embargo, quienes viven un duelo complicado se mantienen en un estado de dolor y tristeza constante e intenso que no les permite recuperarse. Algunos síntomas son: tristeza profunda, falta de concentración, añoranza por la persona fallecida intensa y persistente, problemas para aceptar la muerte, resentimiento, ausencia de confianza en otras personas o incapacidad para tener recuerdos positivos junto a la persona fallecida. El aislamiento, la culpabilidad o la asencia de sentido en la vida son otros síntomas comunes. La ayuda psicológica será, cuando termine la crisis sanitaria, la siguiente emergencia que el país deberá resolver.

Para ayudar a sobrellevar el confinamiento y la alarma sanitaria por el SARS-CoV-2, Prensa Ibérica, empresa editora de Levante-EMV ha puesto a disposición de los lectores y lectoras un apartado de asistencia psicológica.

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