La crisis del coronavirus ha acelerado la irrupción del pequeño comercio en las plataformas digitales. Miles de tiendas a lo largo de la Comunitat Valenciana y toda España se han adaptado a gran velocidad a internet o al WhatsApp para poder seguir funcionando durante la pandemia. Ya no son solo las grandes compañías las que usan estas herramientas. Los consumidores utilizan su teléfono móvil o la pantalla de su ordenador para encargar pedidos a estos pequeños comercios, que ya se ocupan por su cuenta de transportar las compras a los hogares. Una vez pase esta crisis, estas tiendas locales podrán mantener esas nuevas competencias que han desarrollado y, así, se podrán desenvolver mejor en un mercado que ha sido cada vez más agresivo con ellas.

Esta es una de las principales conclusiones a la que se llegó en el desayuno debate organizado esta semana por Levante-EMV en torno al Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12 marcado por la ONU: Producción y consumo responsables. La cita tuvo lugar por videoconferencia -para cumplir con las recomendaciones sanitarias y evitar la propagación de la Covid-19- y contó con la participación de la directora general de Comercio, Artesanía y Consumo de la Generalitat Valenciana, Rosana Seguí; el director del Centro Mundial de Alimentación Sostenible (CEMAS), Vicente Domingo; el cofundador de Natura i Cultura, Albano López; el director de la Asociación de Empresas Químicas de la Comunitat Valenciana (Quimacova), Jesús Carretero; y el responsable del Programa de Cooperación Fraterna y Comercio Justo de Cáritas, David Montesinos. El debate, moderado por el director general de Relaciones Institucionales de Levante-EMV, Julio Monreal, mantuvo como referencia la nueva coyuntura provocada por la pandemia en el consumo de nuestros hogares. El encuentro se desarrolló una vez más gracias al patrocinio de Caixa Popular y la empresa de ciclo integral del agua Facsa.

¿Cómo ha afectado el confinamiento a nuestras costumbres? «Mucha gente ha vuelto a las tiendas de barrio porque son las que nos han facilitado la vida llevándonos la compra a casa. Los mercados y las pequeñas tiendas se han puesto mucho las pilas», sostiene la directora general de Comercio, Rosana Seguí, que lanza un deseo para el futuro próximo: «Esperemos que el consumidor se quede con quien le ha facilitado la vida».

Y ¿cómo han conseguido adaptarse estos pequeños comercios al confinamiento para subsistir? Gracias al uso de las nuevas tecnologías. «Hasta hace no mucho por internet se compraba solo a las grandes empresas, pero ahora los pequeños comerciantes se han adaptado con rapidez y han sabido ofrecer productos de proximidad por estas vías», apunta Vicente Domingo, director del Centro Mundial de Alimentación Sostenible. «El entorno local se ha aprovechado de las nuevas tecnologías, y eso es positivo», refuerza Albano López, cofundador de Natura i Cultura. «El comercio online ha sido una gran ayuda y ventaja para el consumidor. Ha dado la tranquilidad tanto al comercio como al consumidor de que con un clic lo tiene todo», añade Seguí.

«Empresas que antes ni se lo habían planteado, como son los pequeños comercios, se han subido al carro y han hecho bien porque esto se va a quedar. El comercio online ha venido para potenciarse», abunda Jesús Carretero, director de Quimacova, antes de recordar que esta nueva forma de comprar aportará otros beneficios a la sociedad como, por ejemplo, la reducción en la cantidad de desplazamientos en automóvil.

El poder del consumidor

Pero ¿cómo puede contribuir esta incorporación del comercio local a las plataformas digitales a la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12, producción y consumo responsables? «El coronavirus nos ha permitido disponer de una herramienta para la reflexión. Al principio la gente compró lo que de verdad necesitaba. Muchos comercios locales se han adaptado rapidísimo, pero a la larga esta situación nos dará la idea de barrio. Al bajar a la calle y ver que no había nadie nos dimos cuenta de cómo sería el mundo sin el barrio, sin el tendero, sin la gente a la que saludamos», medita López.

«Como ciudadanos tenemos un gran poder con la compra. Esta situación de pandemia está acelerando un proceso que ya venía de atrás, que es el de la compra online. Se podrían implementar medidas para que la compra sea más cuidadosa con el medio ambiente. Por ejemplo, hacer una compra mensual en vez de semanal para ahorrar transporte», añade David Montesinos, responsable de Comercio Justo de Cáritas.

En ese poder incide Domingo: «La acción de solo 1.000 ciudadanos ya es capaz de alterar las relaciones todo un sistema», asegura. «El objetivo número 12 parece que pasa desapercibido, pero para mí es estrella porque implica la participación de los individuos y de las familias. Les hace pensar cómo deben relacionarse con la alimentación o cualquier producto o servicio que entre en su casa. Si decide un tipo de consumo, qué cosas hay detrás. Nos hace sentir seres sociales y formar parte de una comunidad», reflexiona el director del Centro Mundial de Alimentación Sostenible. «¿Estoy ayudando con mi compra a que los hijos de los agricultores vayan a la Universidad? Son cosas que hay que preguntarse», añade.

En ese sentido, Domingo es crítico con el modelo actual de consumo de nuestra sociedad: «El sistema en que estamos viviendo es insostenible e insano. Es necesario aplicar coherencia, equilibrio y sanidad al hecho de alimentarse». «El marketing juega un papel fundamental. Crea unas necesidades donde no las hay», infiere Carretero. «Hay una incidencia exterior para que se consuma mucho más de lo que necesitamos consumir. La gente no se para a pensar qué es lo que de verdad necesita consumir para tener una vida digna y ser feliz», añade López a este respecto.

No obstante, el cofundador de Natura i Cultura, que lleva trabajando desde 1989 en desarrollo sostenible y en educación ambiental, insiste en que en ese período «hemos mejorado mucho». «Los resultados, de la sociedad de hace 30 años a la de ahora, los ves. Los ciudadanos tienen mucha más información, aunque falta por introducir más la acción», indica López. En esa evolución del aprendizaje también coincide Domingo. «Conforme avance la desescalada nos vamos a sorprender de todo lo que habíamos aprendido y de lo que habremos aprendido tras la crisis», aventura.

Una de las herramientas que se había empleado para inducir a este consumo responsable es el comercio justo que, ahora, se ha visto seriamente afectado por la incidencia de la Covid-19. « El comercio justo ayuda a las personas y los procesos comunitarios del Sur que más lo necesitan. Se ha reducido el nivel de consumo de productos de comercio justo porque las principales fuentes han estado cerradas. Solo funcionan las tiendas online. Estamos en proceso de readaptación», indica Montesinos, responsable de esa parcela de Cáritas, que apunta que «el consumo responsable es una buena herramienta para cambiar el modelo de capitalismo neoliberal para poner a la persona por delante de la economía».

Uno de los principales objetivos marcados precisamente por las Naciones Unidas es concienciar a la gente sobre cómo debe ser un consumo responsable. López da respuestas a esa incógnita: «Hay que pensar en las consecuencias de nuestra compra. Cuando yo compro, pasa algo. Ahí tenemos que incidir y tienen un papel muy importante la educación y la comunicación bien hecha. Se necesita mucha pedagogía para llegar más a la calle, que la gente entienda estas cosas», argumenta.

«Un consumo responsable es alimentarte con productos de proximidad y temporada. Ayudar a tu comunidad. Comer bien no es sólo comer lechuga o tomate, es también ver de dónde viene, cómo se ha creado, qué tejido social hay detrás, pensar en qué residuo dejamos...», sostiene Domingo.

Precisamente, según señala Seguí, la Generalitat quiere conocer «qué niveles de educación en consumo responsable tiene la población de la Comunitat Valenciana». De hecho, la dirección general de Comercio, Artesanía y Consumo, según apunta su directora general, había iniciado un estudio sobre ello que, ahora, se ha quedado varado por el coronavirus. «A ver si a final de año se pueden tener esos datos. Una vez se tengan, se harán campañas específicas», avanza Seguí, que insiste en que es necesario que la gente «aprenda lo que es la economía circular y la reutilización de las cosas». «Queremos que se haga un uso responsable con una compra responsable. Que se intente comprar lo más próximo posible, en tiendas de proximidad, evitar fruta envasada, comprar fruta de temporada... Por ejemplo, comprar fruta de fuera de temporada necesita un transporte, unos embalajes de plástico y cartón... las grandes superficies deberían repensar a la hora de vender estos productos», mantiene la dirigente autonómica.

El papel de las químicas

Además de los ciudadanos, en esta meta de un consumo y una producción responsables también juegan las empresas. Y, sobre todo, las químicas. «Nuestro sector lleva ya más de 25 años trabajando en lo que impulsan los ODS», defiende Carretero, director de la patronal química valenciana. «El consumo de agua en la producción de productos químicos se ha reducido en un 55 %», pone como ejemplo, antes de recordar que «la química no es mala, son malas las manos que la utilizan mal».

En ese aspecto, Carretero recuerda la necesidad de que la ciudadanía esté bien informada sobre su uso. Para muestra, un dato: «Con el confinamiento, al pasar más tiempo en casa y limpiar más, por falta de formación, han aumentado los accidentes domésticos, por ejemplo, con la mezcla de lejía y amoníaco, que puede llegar a ser mortal. Si en casa tenemos un producto peligroso, hay que saber usarlo», se reafirma. Por ello, insiste, «el sector trabaja con las administraciones y la CECU en campañas de 'ojo a la etiqueta' y 'ojo al clic' para que el consumidor sea responsable».

Al mismo tiempo Carretero recuerda que los productos químicos, por sí mismos, no son contrarios a un consumo responsable: «Sin ellos no habría alimentos para toda la población mundial», concluye.

Reducir el plástico, pero no demonizarlo

Si hay un material sobre el que ha cambiado cierta percepción en la sociedad durante la crisis del coronavirus, ese es el plástico, cuyo uso ha aumentado. Guantes y mascarillas, confeccionados con este material, se han convertido en fundamentales para nuestra protección... y en eso ahonda el director de la patronal química valenciana, Jesús Carretero. «Antes de la pandemia se hizo una demonización del plástico, pero no siempre es malo», asegura. Así, recuerda que «hay veces que no hay material alternativo para envasar ciertas cosas y es insustituible, como es el caso de la lejía» y apunta que «por no usar plástico, hemos visto cómo se ha envasado agua en briks multicapa, que es peor y sí que es irreciclable». Asimismo, Carretero insiste en que la clave para realizar un uso adecuado del plástico es dar al consumidor la información del envase que se va a reciclar: «Es importante informar al consumidor de qué componentes tiene el envasado de sus productos. Las buenas prácticas pueden incrementar la reciclabilidad de un envase del 15 al 80 %.»