Tiene muchas caras el río Clariano en su largo periplo por la Vall hasta fundirse con el Albaida y perder su nombre; incluso recuperada fama de devastador ?que ése es el Júcar? después de los graves destrozos del pasado otoño al desbordarse en su tramo urbano junto a Cantereria o de llevarse por delante un puente del XVI en Aielo de Malferit. Pero hay una cara amable y la muestra nada más comenzar su ruta. Las caprichosas oquedades de la piedra y el irregular caudal convierten en un singular paraje el Pou Clar, emblema de Ontinyent y postal que se renueva año tras año porque este espacio nunca decae entre las preferencias del personal. El Pou Clar, así, en plural, es en realidad un conjunto de pozas (Pou dels Esclaus, Pou Clar propiamente dicho; Pou Gelat, Pou de la Reixa, Pou Fosc y Pou dels Cavalls) que depende de los caprichos de la naturaleza para ser más o menos bello; más o menos útil. A veces, la cavidad rocosa no es más que un charco. Otras, el agua abunda y fluye. Parece un pequeño mar jalonado de diminutos islotes con náufrago de viñeta de Forges.

Pero este verano de pandemia, coronavirus, fases y desescaladas será triste. La administración no ha tenido más remedio que dificultar el acceso al Pou Clar e insistir en que el baño está prohibido. A las habituales restricciones (de junio a septiembre se prohíbe, entre otros, la pesca o la acampada libre) se une ahora un uso muy restringido de la zona: senderismo y paseos en bicicleta a través del Camí Alba y l'Escala de Galindo. En esa postergación para cuando llegue la vieja normalidad se ha sumido también la ciudadanía. Paciencia, y a esperar a 2021

El Pou Clar forma parte de un conjunto que bajo la categoría de Paraje Natural Municipal y con la denominación de Serra de l'Ombria-Pou Clar tiene una extensión de 2.857 hectáreas. Este espacio amplía así su interés ya que la zona, además de la exuberancia natural del río, es rica en vestigios industriales asociados a la antigua actividad fabril, en casas de campo, en fauna autóctona... Igual que esas ciudades por momentos desiertas durante lo más duro del confinamiento, el Pou Clar ofrece ahora ese extraño aspecto del vacío total. Ajeno al bullicio, al grito de los niños y al ruido del chapuzón. Volverá.