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Darío Moreno: "Fue duro, pero sé que he sido un afortunado"

El alcalde de Sagunt reconoce que "lo llevé mal", cuando estuvo solo durante el confinamiento

Darío Moreno con los resultados de su última prueba de coronavirus. levante-emv

Darío Moreno recuperó su agenda presencial como alcalde de Sagunt esta semana, tras 26 días de confinamiento al dar dos positivos por coronavirus. El miércoles, una nueva prueba confirmó que había superado la enfermedad y generado anticuerpos, así que apenas tardó unos minutos en recuperar su 'nueva normalidad'.

¿Cómo fue dirigir el ayuntamiento desde casa?

La verdad es que, por suerte, gran parte del trabajo que realizamos desde las instituciones se puede llevar a cabo de forma telemática con emails, llamadas de teléfono y videoconferencias. No para todo el mundo es así y ese es uno de los motivos por los que el virus ataca más a los barrios humildes.

¿Cual era su rutina?

Los primeros días en los que tuve síntomas fue más complicado, porque tenía que centrarme en la recuperación. A los tres o cuatro días ya pude marcarme un horario. Me levantaba a las 7.30 y me ponía a trabajar. Las mañanas siempre son más productivas, porque coinciden con el horario de trabajo del funcionariado y se pueden obtener respuestas de forma rápida. Las tardes las dedicaba a hacer deporte de mantenimiento y trabajar en estrategias a largo plazo. Las noches las reservaba para llamadas y videollamadas, que fueron muchos días en casa.

¿Como llevó estar encerrado? ¿Qué echó más de menos?

Lo llevé mal. Los estadounidenses dicen que una persona introvertida coge energía estando sola y una extrovertida lo hace estando con gente. En ese sentido, yo soy muy extrovertido, por lo que estar 26 días de cuarentena, la gran mayoría solo, fue duro psicológicamente. No obstante, sé que he sido un afortunado, porque mis síntomas fueron muy leves en comparación con los casos que se ven en los hospitales. Intentaba concentrarme en ese pensamiento y aprovechar el tiempo en casa. Así que lo que más eché de menos fue el contacto social, ver a mis padres, a mis amigos, hacer planes con mi marido, etc.

¿Estaba solo en su casa? ¿Cómo se apañaba para comer o hacer ejercicio?

Durante los primeros 20 días estuve solo. Cuando empecé a tener síntomas, mi marido estaba en Suecia, por lo que pasó la cuarentena allí y yo solo en casa. Cuando le dieron el alta, Mikael pudo venir a España y decidimos que haría la cuarentena conmigo, aunque con habitaciones separadas, distancia, etc. Para mí fue un cambio radical. Le necesitaba. Tanto antes de que viniera como después, la comida la compraban mis padres y me la dejaban en el descansillo. Cuando se iban, yo salía, cogía las bolsas y ya cocinaba en casa. El ejercicio fue de intensidad muy baja, debido a que la actividad física no es recomendable para enfermos de covid-19. Hablamos de estiramientos y algún ejercicio de fuerza.

¿Hubo alguna muestra de cariño que le emocionara más ?

Recibí muchos dulces, algo de comida y algunos libros. Todos ellos acompañados de mensajes de ánimo que me dieron fuerza para seguir animado.

¿Qué consejo le daría a cualquier alcalde que se encuentre en una situación parecida?

En primer lugar que sea transparente y lo cuente abiertamente. Creo que parte de nuestra responsabilidad es precisamente dar ejemplo, que la gente entienda que nadie está a salvo del virus y que sirva de concienciación. A partir de ahí, intentar sacar el máximo provecho al confinamiento.

Tras esta experiencia, ¿ha cambiado tu percepción de la covid-19?

Lamentablemente, en mi familia ya sufrimos la primera ola en primera persona. Mi tío abuelo falleció y mi tía sigue con secuelas. Soy consciente de la suerte que he tenido. El virus es letal y por ese motivo tenemos que tomarnos en serio todas las medidas de seguridad. Por la economía y el empleo, desde luego. Solo tenemos que ver lo que le ha ocurrido al ocio nocturno, donde el incremento de casos ha supuesto la pérdida de miles de puestos de trabajo. Pero más allá de la economía, por la salud de las personas. Tenemos que seguir las indicaciones sanitarias para que nadie pase por cuarentenas, hospitalizaciones, ni mucho menos por la pérdida de un ser querido. Hay que hacerlo por todos los que están en primera línea, arriesgando su propia salud, y por los que están sufriendo la enfermedad, directa o indirectamente. Es nuestro deber como sociedad.

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