Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Idiomas

"Es más peligroso salir por ahí que hacer un examen de inglés"

Las pruebas de idiomas «más excepcionales» comienzan con policía, termómetros y mascarillas

Trabajadoras de la EOI de Benicalap toman la temperatura a quienes van a examinarse del B2 de inglés, ayer. F. CALABUIG

La sombra de unos árboles se convierte en la mesa donde depositar los nervios previos al examen. Decenas de personas se arremolinan en torno a las puertas del IES Benicalap en el único lugar donde el sol de las tres de la tarde no hace insostenible la espera. Es una acción que se repite en más de 20 puntos diferentes de la Comunitat Valenciana, uno por cada Escuela Oficial de Idiomas (EOI) dependiente de la Generalitat más los aularios extra habilitados para la ocasión.

Las pruebas de certificación de idiomas de las EOI dieron su inicio generalizado ayer tras los primeros exámenes orales del martes en el centro de Saïdia, en València. Nada que ver entre los dos días. Ayer más de 7.000 personas de las más de 33.000 inscritas estaban llamadas para las primeras pruebas escritas en todo el territorio valenciano para intentar conseguir el título de B2 de inglés, uno de los más demandados.

La covid es uno de los factores a sortear en la convocatoria que ya obligó a atrasar de junio a septiembre la realización del examen. Además, semanas atrás, algunos claustros de docentes reclamaron la suspensión de los exámenes. «Nosotros no podíamos suspender el examen, tenían que ser las autoridades sanitarias», indica el director general de Política Lingüística, Rubén Trenzano quien asegura que los protocolos que se hicieron con Sanidad «hacían las pruebas seguras».

Mascarillas obligatorias, distancia de metro, toma de temperatura a la entrada, ayuda de Protección Civil y Policía Local para evitar aglomeraciones en las puertas y distancia de metro y medio entre pupitres fueron algunas de las medidas vistas ayer y que se repetirán durante todos los exámenes. Para esta última, los centros reclamaron más aulas.

Dos aularios de la Universitat de València o clases de la Universitat Jaume I en Castelló son dos ejemplos. En Benicalap, el director de esta EOI, Joan Beltrán, señaló que había aulas con 11 examinados «donde habitualmente caben 30», precisa, y en otras más grandes como el salón de actos adaptado con pupitres para 34. «Todas con ventanas abiertas y un par de entradas», añade.

«Me ha venido peor»

Tras las mascarillas hay quien aprovecha el dispositivo de seguridad de entrada escalonada para repasar la lección. Prácticamente nadie muestra preocupación al contagio, aunque hay menos gente de la esperada, según expresan desde el centro, bien sea por el miedo al virus o por los meses desde que acabaron las clases hasta ahora. A quien lo pidió se le devolvieron las tasas y quien no se ha presentado tendrá la segunda convocatoria previsiblemente en noviembre.

«Es más peligroso irse de fiesta o salir por ahí que venir a hacer un examen de inglés», señala Gema Ancillo, funcionaria, quien en un primer momento al ser preguntada por si tiene miedo responde sobre la dificultad del examen y no sobre el virus, mientras que para David Camacho, estudiante de Historia, ve que «se está teniendo todo en cuenta para hacerlo seguro». «Nos han avisado de que tenemos que llevar mascarilla de repuesto y bolígrafos de sobra para que nadie nos deje material».

Para algunos, esto supone un problema: «Son muchas horas de examen y hacerlo con mascarilla es bastante molesto», indica Andrea Cortina, quien quiere el título para opositar a maestra: «Menos mal que se han aplazado las oposiciones un año porque no me iba a servir». En la misma línea, dos profesoras de Primaria corroboraban la tesis: «Queremos el B2 para tener puntos para pedir traslados, pero no nos daría tiempo si vamos a segunda convocatoria», prevista en noviembre.

El cambio de fecha también les afecta, creen, a sus posibilidades: «Es un palo, lo llevábamos fresco y ahora no». A Maria Palau, recién graduada en Periodismo, tampoco le ha ido bien el nuevo plazo porque «tenía previsto mudarme el día 1 a Barcelona»; al contrario que Irene Estellés, estudiante de Ciencias Ambientales, a quien en el calendario inicial le coincidía con los exámenes de la universidad y no se iba a presentar.

A las tres y media todos están sentados,con marca en la mesa, mascarillas, ventanas abiertas y el examen en la mesa. El «por favor, apaguen los móviles» se convierte en el sonido de normalidad en medio de la convocatoria «más excepcional», tal y como la califica el propio Trenzano. « Good luck» es lo mínimo.

Compartir el artículo

stats