Estamos en el ecuador de septiembre, un mes que se caracteriza por su tremenda irregularidad interanual. Aunque climatológicamente pertenece al otoño, conforme pasan los años se está volviendo otro mes más del verano en buena parte de España. Para septiembre de 2020 había mucha expectación, tras las catastróficas riadas de hace un año en el sureste peninsular. De nuevo salieron muchos titulares advirtiendo (como sucede cada año) de las altas temperaturas del Mediterráneo y su relación con las lluvias torrenciales. Un error bastante habitual, ya que la mecha no prende si no tenemos fuego. El fuego en este caso sería un descuelgue de aire frío en altura acompañado de levante en superficie. No obstante, tampoco hay que olvidar que en los últimos años se han producido lluvias torrenciales en el litoral mediterráneo en invierno o primavera, precisamente cuando está el mar más frío. Está siendo un mes de septiembre un poco extraño, en el que estamos teniendo un poco de todo. Hace unos días tuvimos las primeras tormentas intensas en el noreste y Baleares asociadas a una DANA, y ahora nos visita una borrasca atlántica con algunos rasgos subtropicales que dejará una buena regada en el interior peninsular, donde hace falta que llueva. También hemos tenido altas temperaturas y días frescos.

Septiembre puede venir de tantas formas posibles que en algunos sitios las lluvias se pueden llevar los puentes, mientras que en otros muy cercanos las fuentes se secas tras la ausencia típica de precipitaciones destacables en verano. Veremos qué pasa en esta segunda quincena, porque con la excepcional temporada de ciclones tropicales atlánticos la incertidumbre en las previsiones a medio plazo es todavía mayor (y ya de por sí este mes es muy complicado aventurarse a medio y largo plazo por su variabilidad). Podemos esperar cualquier cosa. nos está.