El sistema de evacuación dijo basta y, mediada la tarde del jueves, la ciudad de València alcanzó su nivel máximo de saturación y empezó a supurar agua por prácticamente todos los barrios. Pero si hubo uno en el que se sufrió como toda una generación no recordaba, fue en los Poblats Marítims. De norte a sur.

Con varios palmos de agua, las calles, tanto las travesías como las grandes vías longitudinales quedaron literalmente colapsadas ante el enorme volumen de agua que llegaba. Las bombas de achique no daban abasto. Tampoco ayudaron (ni ahí ni en el resto de la ciudad) las hojas caídas de los árboles que cegaban los imbornales. Esto, unido a los problemas que tiene la ciudad en al alcantarillado de algunas zonas y que el volumen de agua caído es difícil de asumir por el sistema de colectores más avanzado provocaron un cóctel imposible de digerir. Y la ciudad quedó inundada y aislada en numerosos barrios.

Como queda dicho, sobre todo en los Poblats, la zona más baja de la ciudad. Las imágenes no podían ser más espectaculares. Varios palmos de agua en plena calle, plantas bajas inundadas y caos generalizado. Coches que se quedaban atrapados y los habitantes que sufrieron un confinamiento no planificado. «No se recordaba algo así desde hacía mucho tiempo» aseguraba Iván Esbrí, vecino del barrio. «Se han recordado los tiempos en los que se traía la comida en lanchas porque no se podía salir de las casas».

Derrumbe del Molí dels Alters

No fue el único lugar especialmente afectado. Entre los hechos más destacados está el derrumbe de parte del Molí dels Alters, Bien de Relevancia Local situado en Poble Nou, pueblo que, una vez más quedó inundado por las deficiencias del colector que pasa por el camino de Moncada. También sufrieron enormemente los campos de la huerta del sur de la ciudad, especialmente los de la Font d’en Corts.

Si el miércoles ya se había ordenado el cierre de los jardines de la ciudad, por la mañana ya se habían clausurado también los cementerios -salvo para oficiar los servicios fúnebres previstos- y así continuará hasta que se levante la alerta. Especialmente desolador era el aspecto del Jardín del Turia, que prácticamente recuperó el caudal perdido décadas atrás. Varias zonas de sus espacios ajardinados quedaron literalmente hundidos bajo las aguas y tardarán días en volver a recuperar su apariencia habitual. La Alameda también sufrió los rigores del agua, así como barrios como Tres Forques, Nou Moles, etcétera.

La lluvia también cayó con intensidad en El Palmar, aunque contribuirá a una de las pocas lecturas positivas de la tormenta y que la hizo, en el marco del Parque Natural de la Albufera, el concejal Sergi Campillo: el gran nivel de la «Perellonà», la inundación de los campos de arroz tras la siembra.

Por la tarde, el ayuntamiento ordenaba el cierre de todos los pasos inferiores . Esto provocó algún momento de especial peligro, cuando algunos coches salieron haciendo marcha atrás. Al cabo de un par de horas se anunció la reapertura de todos ellos, siendo el más tardío el de la calle Clariano. La zona de Tarongers también estaba inundada.

Medio centenar de salidas han tenido que hacer los bomberos de la ciudad, que habían empezado la jornada con un servicio espectacular, al rescatar a casi 30 metros de altura a un empleado del Puerto de València, atrapado en la cabina del ascensor de una grúa. Caída de cascotes y ramas de árboles como actuaciones principales.

Vuelve la piscina de la plaza de Francisco Eximeno

Las lluvias caídas en la ciudad permitieron recuperar el documento gráfico de la piscina de la plaza Francisco Eximeno, en el barrio de la Malva-rosa. Esta anomalía urbanística, que el ayuntamiento ha prometido reconvertir en jardín saneado en un futuro inmediato, ya estaba inundado por la mañana, antes de la gran tromba de agua de la tarde, lo que demuestra que es uno de los puntos más negros de la ciudad.