Poco lugares hay con tanta intensidad emocional como la puerta de llegadas de un aeropuerto. Más si de cerca suena la Navidad. Todavía más en un mundo pandémico con esperas de meses sin encuentros, cancelaciones de vuelos de última hora y anuncios de cierre de fronteras que añaden todavía más elementos de incertidumbre al viaje. La última, la decretada con Reino Unido a partir de hoy tras detectarse una nueva cepa de la covid que, según las autoridades británicas, se encuentra «fuera de control».

Diana y su hija de tres años viajaban en uno de los últimos aviones aterrizados en la Comunitat procedente de Manchester. «Llevo nerviosa varios días y lo he estado hasta que hemos despegado porque no sabía si íbamos a poder salir», cuenta Diana antes de que la pequeña se escape rumbo a la salida donde se lanza a los brazos de su abuela. «El vuelo ha sido normal, como siempre, aunque antes de subir me han pedido PCR, claro», indica.

Minutos antes de que los pasajeros se encontrasen en abrazos sentidos con sus familiares, los nervios revoloteaban en la parte exterior de la sala de llegadas ya que las restricciones impiden las esperas dentro del recinto. «Llevo cuatro meses sin ver a mi hija y llevo varias horas en ascuas, ella tiene muchas ganas de venir y yo de verla», expresa Elena sobre su hija Isabel. Minutos después se produce el reencuentro. «Ha sido una locura, todo muy complicado viendo si nos cancelaban el vuelo o no, mucha ansiedad», dice Isabel.

Michael y Laura llegan a València tras cinco meses trabajando en Manchester «para mejorar el idioma». «A la hora de embarcar nos han pedido la PCR y la declaración que dabas respondiendo a unas preguntas, pero no se lo pedían a todo el mundo», comenta ella. «Allí la mascarilla no es obligatoria, la gente no se lo toma tan enserio y la policía no dice nada», añade él.

A Claudia le han pedido la PCR al llegar, no al salir. Es azafata y explica que muchos compañeros han llegado al aeropuerto y se han encontrado con vuelos cancelados. «Hay miedo de querer regresar y que de repente se haya cancelado el vuelo porque es de una hora para otra, es un poco locura», añade.

Solo volverán residentes

Si Christopher hubiera tenido su vuelo programado para hoy no habría podido viajar. Es británico y llega para pasar las Navidades con unos amigos que viven en Zaragoza. La prohibición anunciada ayer por el Gobierno de España impide la entrada de vuelos procedentes de las islas británicas salvo para traer nacionales o residentes.

Sí que lo hubieran podido hacer Carrie y Dustin que cuentan con la residencia española tras comprar una casa hace dos años. «Venimos a pasar aquí el invierno, nos encanta el clima», aseguran. Fuera, los nervios se van disipando con la salida entre flashes de familiares y amigos. Lidia y David esperan a su padre Luismi a quien hace más de seis meses que no ven mientras que a Félix y a Nuria les ocurre lo mismo con su hija. «No sabíamos si al final se iba a cerrar, pero por suerte ya está aquí», dice la madre. De fondo abrazos y un «cuánto has sufrido para venir eh» y su consiguiente respuesta: «Pero ya estoy aquí».

La Comunitat recibe 14 vuelos en las últimas 24 horas

Los aeropuertos valencianos recibieron en la jornada de ayer hasta 14 vuelos procedentes de Reino Unido antes de que entren en vigor las nuevas directrices del Gobierno de España. De estos, la mayoría (11) llegaron al aeropuerto de Alicante, mientras que tres lo hicieron en València y el último lo hizo en Castelló. Los aviones aterrizados procedían de hasta cinco orígenes diferentes: Londres (cuatro en Alicante, dos en València y uno en Castelló), Manchester (dos en Alicante y uno en Manises), Glasgow (los dos en Alicante), uno en Liverpool que tomó tierra en Alicante y dos de Bristol, en el sur de las islas, también en Alicante. Por su parte, desde el Partido Popular, Isabel Bonig criticó que el president Ximo Puig no tomase medidas para evitar la llegada de estos vuelos.