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Tribuna

las imágenes en color de una noche negra

las imágenes en color de una noche negra

Eran las 7.00 de la tarde de un miércoles 23 de febrero de 1981, cuando un atronador canto de motores y de cadenas comenzaba a escucharse en el puente de Ademuz de València, a la vez que hacía vibrar su estructura. Era una columna de carros blindados M-47 pertenecientes a la desaparecida División de Infantería Motorizada Maestrazgo III procedentes de su acuartelamiento en Bétera. Una década después fueron enviados a la base militar de El Goloso en Madrid. De todos ellos sólo queda una unidad como testigo de otros tiempos en uno de los pequeños jardines de entrada en el cuartel de San Juan de Ribera junto a la Alameda.

Los carros de combate y las unidades que los acompañaban fueron desplegándose por las principales vías de acceso de la ciudad para ir a ocupar las posiciones que les habían sido asignadas. Unos entraron por la Gran Vía Marqués del Turia y otros por la Gran Vía de Fernando el Católico. Varios de ellos se dirigieron a la plaza del Ayuntamiento, otros se posicionaron frente al Gobierno Militar, la diputación, la Jefatura Superior de Policía y Gobierno Civil. Otras unidades militares tomaron posiciones en los edificios de los medios de comunicación llegando a entrar en ellos. También se desplegaron por las avenidas de Pérez Galdós, Giorgeta, Peris y Valero, la del Cid y la del Puerto.

Cuando el Jefe de la Policía Local, Manuel Jordán se reunió con el alcalde de València Ricard Pérez Casado, le dijo «Veas a ver lo que haces, por si vienen a tomar el ayuntamiento». «¡Pues como no sea ponerles una multa por conducir los tanques en contradirección...», le contestó este.

Un grupo de carros de combate enfilaron la ciudad por la Gran Vía de Fernando el Católico para seguir por Ramón y Cajal, girando a la altura de San Vicente Mártir para dirigirse al ayuntamiento, donde estuvieron toda la noche. Esa noche, José Miguel Omarrementería estaba en su casa preparándose la cena, después de haber estado todo el día trabajando, cuando sobre las 20.́30 horas escuchó un aterrador sonido, el que producían las cadenas de los carros de combate entrando en la ciudad. Corrió a la ventana de su casa y se encontró con tres carros de combate avanzando por Fernando El Católico en dirección al centro de la ciudad. Gran aficionado a la fotografía, corrió a coger su máquina, la clásica Nikon FM, que tenía cargada con diapositivas y se salió a la terraza de su casa, en un cuarto piso. Sin usar trípode, a pesar de la escasa luz que había en la calle y con el susto metido en el cuerpo, tumbado en la terraza, se levantaba a pequeños intervalos de tiempo para sacar tres fotogramas de aquel hecho.

El primer carro de combate giró por la plaza de España buscando la entonces plaza del País Valencià para situarse junto con un segundo carro de combate a ambos lados del ayuntamiento. Frente al mismo se situaron diversas unidades de vehículos todoterreno, varios camiones y una ambulancia militar. El tercer carro de combate giró en Ramón y Cajal, para situarse a menos de 30 metros de José Miguel, que decidió dejar su atalaya al asomarse por la torreta uno de los soldados del mismo por si le veían haciendo las fotografías. Estas fueron las únicas fotografías en color que se hicieron aquella noche y que no fueron dadas a conocer hasta 25 años después en un artículo publicado por Levante-EMV titulado «Tanques en color en una noche de blanco y negro».

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