Viven de alquiler en el centro de València desde hace décadas pero su tranquilidad acabó hace unos meses, cuando empezaron llegar las primeras cartas con un mensaje claro: conforme vayan venciendo los contratos de alquiler tienen que irse. Los herederos de la antigua propietaria de las dos fincas ubicadas en la calle Turia de València (números 49 y 51, de ocho viviendas cada una) han vendido los inmuebles a un grupo francés que vio las posibilidades monetarias que plantea reconvertir esas viviendas familiares en pisos turísticos en el centro de la ciudad.

Y así, vecinos que llevan décadas residiendo en el barrio, llevando a sus hijos a los colegios de la zona y con su médico de familia de toda la vida a unos pasos ven cómo se reducen sus opciones mientras aumentan las de los turistas y las de los fondos de inversión. Quieren que se vayan y cuanto antes, mejor. Y familias enteras se ven obligadas a despedirse de la que ha sido su casa desde hace décadas. Eso sí, se niegan a afrontar la derrota sin, al menos, pelear y que se sepa lo que está ocurriendo en una ciudad "que convertirá su centro en una zona fantasma, sin vecinos y con turistas como únicos residentes". Y es que entre la familia de Pedro -con cinco hijos, tres de ellos menores de 11 años- y la de sus vecinos Miguel (90 años) y Paquita (85) hay 14 historias más, personas con nombres y apellidos, con familia, que ven truncada su vida porque deben irse ya de sus viviendas para que otros se enriquezcan en el que ha sido su barrio "de toda la vida".

Desahuciados para hacer pisos turísticos en València

Los nuevos propietarios quieren construir en las viviendas de 16 familias un total de 32 apartamentos turísticos. Envían cartas y burofax porque tiene la fecha de vencimiento de los contratos muy clara. Para las viviendas y para los bajos comerciales que albergan una escuela infantil y un mítico restaurante vegano. Pero, además, como quieren que los inquilinos se marchen cuanto antes para materializar su proyecto, sacan la billetera y ofrecen dinero sin concretar las cuantías, explicando, además, que cuanto antes se vayan, más cobrarán. "Vivo aquí desde hace 21 años. Hace unos años invertí 20.000 euros en hacer varias reformas en el piso. Tengo 5 hijos y su vida está en este barrio. ¿Dónde vamos? Con los precios actuales del alquiler ¿dónde consigo una casa cerca del colegio para mi familia? Y encima nos presionan. Nos ofrecen dinero y dicen que si nos vamos antes del 30 de marzo más cantidad será. Es indigno lo que está ocurriendo y las maneras de presionar dan escalofríos", explica Pedro.

De las "malas artes" para presionar sabe, bastante, Paqui, la hija de Miguel y Paquita, una pareja de 90 y 85 años que residen en la misma casa desde hace 50 años. El matrimonio tiene un contrato de alquiler "de renta antigua" y eso los diferencia del resto. "Me puse a buscar un piso para ellos y encontré uno por 650 euros. En la calle Turia ellos pagan 150 euros así que la actual empresa propietaria sacó números y así, sin dudarlo, me ofrecieron 30.000 euros, es decir, calcularon 5 años más de vida de mis padres y arreglado. Lamentable. Otra opción que me dijeron es que los metiera en una residencia y me callo la respuesta que les di. También les ha ofrecido irse a otro piso, que fui a ver y que, en fin, estaba que daban ganas de llorar. Y les meten miedo, claro. Que se van a quedar solos en la finca y les van a ocupar las casas de al lado... Que cojan el dinero ahora porque todos los demás vecinos se van a ir sí o sí... Es tan indigno todo que me voy directa a hablar con un abogado a ver qué puedo hacer porque, la verdad, es que mis padres no se quieren irse del que ha sido y es su hogar", explica Paqui, con una indignación evidente.

La escuela infantil ocupa los bajos de la finca desde hace 40 años, sin embargo, el 30 de junio deberá abandonar las instalaciones, igual que el restaurante vegano. Muchos vecinos de las dos fincas afectadas de la calle Turia ya se han marchado al vencer sus contratos de alquiler. Las ofertas han sido individuales y secretas. Otros, sin embargo, resisten a la espera de que la Conselleria de Vivienda o el Ayuntamiento de València medien para que no les echen de sus casas.

La intención del fondo francés es emplear los dos edificios de la calle Túria de València en pisos turísticos.