El tiempo, el clima es también una cuestión de percepción. Los datos aportan el aval científico de estas percepciones, pero todos tenemos sensaciones sobre la temperatura, las lluvias, el viento, las nubes que vemos a diario y sabemos comparar la percepción actual con la vivida en épocas pasadas. No en vano el clima es, también, las percepciones y vivencias atmosféricas experimentadas por el ser humano a lo largo de su vida. En los últimos años sentimos que nuestra atmósfera está funcionando de modo anómalo respecto a años y décadas pasadas. Es una percepción fundada, además, en datos científicos. Varias encuestas realizadas por organismos internacionales o españoles sobre la percepción social del cambio climático (Agencia Europea del Medioambiente, Instituto Elcano, Fundación Mapfre, entre otros) destacan el aumento de sensibilización de la población española ante este tema y la percepción creciente de que notamos que algo está pasando con la atmósfera. Todas las acciones que se desarrollan o que están previstas en relación con el cambio climático por parte de las administraciones públicas no tendrán éxito si no se lleva en cuenta la percepción de la sociedad sobre esta cuestión. Una percepción que está fundada en registros meteorológicos cada vez más evidentes. Porque de nada sirve realizar un ingente esfuerzo económico como el que va a ser necesario hacer en las ciudades y regiones para adaptarse al cambio climático, si la sociedad no participa, porque sienta que es importante y necesario realizarlo. La percepción, la sensación de esa necesidad la tenemos; ahora queda llevar a cabo esa inversión económica. Y comienza a ser urgente.