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El cerebro no está preparado para esta pandemia

Los expertos advierten del desgaste que puede suponer a nivel cognitivo una situación de estrés tan prolongada uPiden mayor inversión en ciencias sociales para entender esta crisis sanitaria

Personas con mascarilla pasean por las calles de Alicante. | MANUEL R. SALA

Cómo saldremos mentalmente de esta pandemia es la pregunta que se hacen muchos expertos. Porque el sistema cognitivo tiene recursos para mantenernos a flote, «pero no está preparado para afrontar una situación de pánico más allá de unos días. El miedo no se sostiene neurológicamente». Así lo asegura Susana Martínez-Conde, catedrática de Oftalmología, Neurología, Fisiología y Farmacología en la State University of New York. Martínez Conde participó ayer en la mesa redonda «Pandemias: covid-19, una visión humana y social», organizada por el Instituto de Neurociencias en el contexto de la Semana del Cerebro. Esta neurocientífica cree que esta pandemia ha dado lugar a un cierto experimento social. «Nunca se había dado una situación así. Tenemos la experiencia de lo que ocurre con las guerras, que desembocan en casos de estrés postraumático, pero nunca nos habíamos enfrentado a una situación de estrés en un grado medio o bajo prolongado durante tanto tiempo». Una situación que además es global y «en la que no podemos recurrir a la red de amigos o familiares, que son los que nos apoyan en este tipo de situaciones». Qué nos pasará a nivel emocional aún está por ver, pero Martínez-Conde cree que será más duro para los niños y los adolescentes, «porque en su caso se suma el retraso que están sufriendo en la socialización o la bajada en el rendimiento escolar».

Para poder salir a flote mentalmente de esta pandemia, así como de otras situaciones difíciles, disponemos de una serie de recursos, llamados sesgos cognitivos, que en determinados momentos se pueden volver armas de doble filo y explicar fenómenos como el de la fatiga pandémica. «Tenemos un sesgo de optimismo, que para la vida diaria es bueno porque tendemos a pensar que nos van a pasar cosas buenas». Algo que aplicado a la pandemia explica que «tendamos a pensar que no nos vamos a contagiar, que con nuestra familia estamos seguros. Algo que a priori es positivo finalmente se convierte en algo peligroso». También la llamada fatiga pandémica podría explicarse desde esa resistencia del cerebro a estar en situación de estrés mucho tiempo.

En la mesa redonda del Instituto de Neurociencias participó también Alberto Corsín, doctor en Antropología Social por la Universidad de Oxford, quien reclama mayor inversión en ciencias sociales para poder entender la pandemia. «Todo lo que se conoce de incidencia de la enfermedad en personas que viven en la periferia, en las que usan el transporte público para desplazarse al trabajo o en las capas más empobrecidas se sabe por estudios que se han hecho en el extranjero, por ejemplo en EE UU, cuando el diseño de sus ciudades difiere mucho de las de España». Corsín recuerda que a las pocas semanas de que estallara la pandemia el Gobierno activó un fondo extraordinario de 24 millones de euros para investigación en covid que se articuló a través del instituto Carlos III, «pero todo fue destinado a proyectos biofarmacológicos». De esta manera, advierte este investigador, nos estamos perdiendo una información muy valiosa para conocer la incidencia del covid en nuestras ciudades y tomar decisiones en cuanto a ocio, restauración o espacios públicos con los datos más próximos. Corsín también reivindica el papel de geógrafos o sociólogos para poder tomar este tipo de decisiones, «para las que sólo se cuenta con los criterios epidemiológicos».

Por último, ayer se celebró también la conferencia «Lo que el ojo no ve», a cargo de Álex Gómez-Marín, investigador del Instituto de Neurociencias, quien habló de cómo la ciencia hace posible ver aquello que es invisible. Gómez-Marín puso como ejemplo los agujeros negros o los campos magnéticos, invisibles para el ser humano pero que podemos llegar a ver gracias a la tecnología moderna. Algo que aplicado al covid «nos lleva a pensar en cómo un virus que no podemos ver mantiene en jaque a todo el mundo».

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