Una de las claves en el contagio de coronavirus es su elevada transmisión a través de los aerosoles que expulsamos al respirar y las gotículas que despedimos al hablar. Por esta razón, los expertos no han dejado de recomendar que los espacios cerrados se ventilen de forma adecuada. De hecho, el Consejo General de Enfermería editó un vídeo en el que se dan consejos para que las estancias cerradas tengan una buena renovación del aire. Pero no solo ellos han hecho hincapié en este aspecto, sino que la viróloga del CSIC, Margarita del Val, también alertó de que no ventilamos bien, que la mayoría de gente "descuida la ventilación de las estancias", y subraya que "la mayor fuente de contagio del virus en los meses de invierno se acumula en los aerosoles" porque "en 10-15 minutos" puede producirse un contagio de coronavirus en un sitio mal ventilado.

A esta demanda se suma el doctor en Ingeniería por el MIT y catedrático de Química y Ciencias Medioambientales por la Universidad de Colorado, José Luis Jiménez, quien apuesta por los medidores de CO2 para evitar la transmisión de la covid-19 en espacios cerrados.

Jiménez, experto en aerosoles, ha impartido una charla, organizada por Quimeltia CV, sobre la transmisión de la covid-19 mediante aerosoles y las posibles soluciones, cuyo tema central han sido los medidores de CO2. Este experto ha tachado de "error garrafal" las declaraciones de la OMS en marzo de 2020 que afirmaban que el virus no se transmitiría por el aire y asegura que es la principal vía de contagio. "La distancia social funciona porque al separarte respiras menos aire compartido con la otra persona, por eso los espacios cerrados son más peligrosos, el aire se comparte más", ha indicado.

"En todos los sitios públicos se debería medir el CO2 por ley"

El químico se ha referido al "Modelo de Queso Suizo" para afirmar que, en espacios cerrados, ninguna medida es segura ni te salva del contagio, pero un número mayor de capas de seguridad mejoran las posibilidades de éxito en la propagación del virus. En su opinión, "los medidores de CO2 de infrarrojos son lo que más sirve".

El medidor indica la cantidad de CO2 que hay exhalado en el ambiente. En ese momento las personas que se encuentran en ese espacio cerrado están volviendo a respirar el mismo aire y tienen más posibilidades de contagio si no se ventila.

Jiménez lo explica con un ejemplo: al aire libre hay 400 partes por millón de CO2 y cuando nos encontramos en sitios cerrados como un coche, en unos 30 minutos hay 4000 partes por millón de CO2, es decir, el 10% de aire que respiras lo estás respirando por segunda vez. Abriendo las ventanillas se puede bajar hasta el 1%.

El catedrático de química es contundente: "En todos los sitios públicos se debería medir el CO2 por ley". Una medida que ya está impuesta, incluso antes de la pandemia, en países como Taiwán o Corea del Sur.

Los establecimientos con espacios cerrados podrían compartir los resultados de las mediciones en una pantalla y "los pueden visualizar todos los clientes y les das la seguridad de que hay poco aire respirado por segunda vez, poco CO2 en el ambiente", propone.

Además, se amplía la posibilidad de que en redes sociales se pueda consultar qué negocios tienen estos medidores, un dato importante para saber qué lugares son los más seguros.

El catedrático ha destacado que desde antes de la pandemia se puso de manifiesto las consecuencias de respirar mucho CO2 de forma permanente, pues afecta al nivel cognitivo de las personas y puede producir mareos que desencadenen en situaciones de peligro.

Un ejemplo son los colegios, en ellos el nivel de CO2 debería estar por debajo de los 900 y según un estudio de HEAL antes de la COVID-19 ninguno lo cumple, se reflejan datos de 1400 a más de 3000 lo cual implica que el 5% del aire que respiran esos niños lo hacen por segunda vez. En España, legalmente esos espacios deberían estar por debajo de 900, siendo 700 la primera alerta y 800 la segunda y más urgente.

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