Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Quesada

"Los Premios Jaume I suponen para València sembrar imagen en el mundo"

Por el ‘cap i casal’ ya han pasado 60 premios Nobel como jurado de las diferentes categorías

Quesada, ante la librería de Severo Ochoa, en València. | GERMÁN CABALLERO

Una nueva edición de los premios de la Fundación Jaume I ya está en marcha y, a pesar de la pandemia, València se prepara para conocer a los nuevos premiados, cuyos nombres se sabrán el martes. Mañana, los miembros del jurado presentes en la ciudad se reunirán en el Convento de Santo Domingo y leerán el manifiesto de la edición número 33.

¿Cómo se han tenido que reinventar los Premios Rei Jaume I en el contexto actual?

Hemos perdido el glamur de la presencia de los jurados en València y, aunque la comunicación por Zoom y estas herramientas es buena, es insustituible. Nos ha afectado porque nos gusta que la sociedad participe y no tenemos el calor que da que nos visiten. Les hemos dicho a los Nobel que quisieran que vinieran, pero, lógicamente, muchos han declinado.

Por la pandemia se ha perdido temporalmente esa labor de divulgación que hace el jurado, por ejemplo, en la visita a los colegios. ¿Qué supone recibirlos?

Siempre nos preguntan cómo tantos Nobel quieren asistir a un evento colectivo, porque normalmente no coinciden. Tenemos muchísimas ganas de que termine la pandemia para volver a lucir esto, sobre todo porque van a centros de investigación; a conferencias de doctorandos; visitan discípulos... Es magnífico.

Como dice, es excepcional que se junten. ¿Se mima a los Premios Jaume I como se debería en la Comunitat Valenciana?

Sí, pero a veces no te das cuenta de que quieres mucho a una persona hasta que se marcha... y estamos acostumbrados, porque repetimos cada año. Hay que recordar que España sólo ha tenido un premio Nobel —y otro de nacimiento, Severo Ochoa—, y aquí vienen 22 y ya han pasado por València 60. Es sembrar imagen en el mundo. Y eso es muy importante. Nos sentimos apoyados y respetados, pero nos gustaría tener más notoriedad nacional. Los jurados los renovamos mucho y hay ‘boca a boca’; cada jurado que viene se va encantado.

Ha comentado que no se valora lo que se tiene hasta que se pierde. ¿La vinculación de los premios con València es firme?

Es firme como origen, claro que sí, pero su proyección es nacional en el premiado e internacional en sus jurados. Y nos gustaría mantenerlo así. Muchos candidatos y premiados son extranjeros, pero viven y trabajan en España: se premia el esfuerzo de hacer ciencia, tecnología y emprendimiento en este país.

¿Se ha visto un incremento de investigadores que apuestan por España? ¿Se revierte la fuga de cerebros?

Sí, se está revirtiendo. La Comunitat Valenciana va a poner en marcha ahora unos programas para incorporar investigadores con excelencia internacional, como ya hay en Cataluña y el País Vasco. Cada investigador que viene trae sus proyectos y por cada euro que gastas, traen tres.

¿Se trata del plan GenT?

Es adicional, pero con el mismo espíritu, y serán candidatos a premiados. Se viene pidiendo desde hace 20 años para que València no sólo atraiga a jóvenes postdoctorados, sino un escalón más arriba. Si viene un gran investigador, todo el mundo quiere venir.

Con la pandemia se ha puesto el foco en la ciencia y se le ha exigido una solución a la crisis sanitaria. ¿Cómo lo valora?

Siempre se ha dicho que sin ciencia no hay futuro, pero sin ciencia no hay presente. Esta pandemia ha sido un mazazo sobre la velocidad de reacción, que ha sido extraordinaria. No sólo hay un remedio, sino varios en tiempo récord. En España hay tres jubilados en el CSIC trabajando en ello, es una pena que no haya personas de 35 o 40 años llevando ese proyecto. Ha puesto otra vez de manifiesto que estamos muy retrasados, no para lamentarnos, sino para ponerle solución. No estamos en la Liga Europea, en la Champions. Nos falta convertir la investigación básica en desarrollo y en innovación. Ahí tenemos un problema.

Entonces, ¿falla la estructura?

Tenemos tres problemas en España: el sistema es pequeño, no está bien integrado entre sí, y el sector público pesa demasiado porque el privado hace poco. Debe crecer la participación privada y que las empresas inviertan más en I+D, por su propio interés, porque ahí es donde se gana y hay futuro; y hay que cooperar más y para eso hay que conocerse. Es una reforma administrativa que no cuesta dinero, pero con muchísima trascendencia. Los recursos están en las empresas, que crean empleo. El sector público añade valor, pero no es lo mismo.

Ahora que se ve un poco la luz al final de la pandemia, ¿ha servido para valorar y repensar la investigación o se nos olvidará pronto la importancia de la ciencia? De hecho, uno de sus eslóganes de esta edición es: «Adiós al estado de alarma, aunque el estado de nuestra ciencia sigue siendo alarmante».

Se nos olvidará y estaremos nosotros para recordarlo. Hoy, los países son importantes no por el petróleo, sino porque tienen cerebro, conocimiento, relaciones y porque le dedican atención a la transferencia. Nos falta rodaje. Tenemos grandes figuras pero por debajo están solos o poco acompañados y la organización falla. Siempre he dicho que hay que salir todo lo que se pueda, pero hay que crear condiciones para que vuelvan o vengan otros.

Ha hablado de programas que tenían que haber llegado hace 20 años. Usted fue director de la Agencia Valenciana de Ciencia y Tecnología (1999- 2003). ¿Cómo ha evolucionado esta área en dos décadas?

No he visto continuidad. La lástima fue que se creó una agencia y luego se la ‘cargaron’ los mismos. Hicimos una ley y ya se decía que no se podía administrar ciencia con presupuestos anuales. Ahora tenemos la Agencia Valenciana de Innovación. No importa quién lo hace, sino que se haga, tenga continuidad y la gestión sea profesional.

¿Y cómo valora el impulso del actual Consell, con la agencia que cita y la Conselleria de Innovación?

Estoy esperanzado. La agencia depende de Presidencia y las conselleries están bajo la supervisión de la agencia. Esa idea integradora —que no es ejecutar desde arriba— es fundamental, para que no haya ‘murallas’, y más con partidos diferentes. Hay que mirar quien lo hace bien y tratar de imitarlo, sin líneas y con programas conjuntos. Creo que esa es una muy buena idea.

De vuelta a la cita de mañana: ¿Qué supone para usted estar al frente de los Jaume I?

Vine a echarle una mano a don Santiago Grisolía y es un orgullo extraordinario tomar el relevo para pasárselo al siguiente, porque no me voy a quedar eternamente. No se debe perder el interés y hay que mantener el cariño con nuestros jurados, que no haya ningún asunto que no sea transparente; y que, aunque otros puedan haberlo merecido más, quien gane el Jaume I lo merezca también. Me enorgullece que tengan un sentimiento de agradecimiento hacia la Comunitat Valenciana.

Compartir el artículo

stats