El valenciano Javier Cortés es uno de los docentes que mañana participará en el foro «Nuevo currículo para nuevos desafíos», organizado por el Ministerio de Educación y Formación Profesional. El orientador del IES Berenguer Dalmau de Catarroja explicará otras formas de evaluar al alumnado más allá de una puntuación numérica, basándose sobre todo en valorar las competencias y destrezas adquiridas y no tanto los conocimientos memorizados.

Según explica Cortés, «lo más estable del sistema educativo es poner calificaciones», una «tradición de más de 60 años» que no ha variado con las diferentes leyes y que considera que no beneficia la formación. Defiende que las notas actuales son «una evaluación punitiva y sancionadora» y carecen de una «visión formativa»; y tampoco ayudan a rebajar la tasa de repetición de curso, uno de los mayores lastres de la educación española, pues uno de cada tres estudiantes deben rehacer el año escolar.

«Sintetizar el nivel de logro en un número, sin nada más, no sirve. Además de una calificación, deberíamos decir cómo el estudiante puede mejorar el aprendizaje, para eso vale una evaluación», defiende Cortés, quien añade que «una calificación no es suficiente».

Como aclara el orientador, estos cambios «no tienen nada que ver con bajar o subir el nivel», una cuestión —igual que la del número de suspensos para promocionar de curso— que siempre genera suspicacias, como se ha comprobado en pandemia.

Con esto, lo que explicará mañana y propone Cortés — que durante casi una década ha sido asesor técnico en la Conselleria de Educación, en áreas relacionadas con la evaluación y la innovación— es «algo más allá que evaluar conocimientos a través de preguntas».

Javier Cortés es orientador educativo.

Según explica a Levante-EMV, apostaría porque directamente no hubiera calificaciones en Primaria, «y en Secundaria no serían tan importantes como ahora». En concreto, la alternativa a las notas actuales (con números y/o la «etiqueta» de suficiente, bien, notable...» es puntuar competencias y destrezas, más que los conocimientos reproducidos en exámenes; lo que Cortés considera factible, pues sería similar a las unidades de competencias que ya existen en la FP. «Podría trasladarse a ESO y Bachillerato para partir desde otro punto de vista», apunta, si bien reconoce que «el sistema no ayuda, pues al final siempre pide una nota media, sobre todo en Bachillerato».

El «Foro evaluaciones: nuevo currículo para nuevos desafíos» se realiza entre mañana y el jueves y puede ser seguido online y en Twitter con la etiqueta #NuevoCurrículo. Participan la ministra Isabel Celaá; el secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana; Enrique Roca, anterior presidente del Consejo Escolar del Estado; Javier Valle, profesor universitario; Catalina Covacevich , analista de la OCDE, y Carmen Tovar, directora del Instituto Nacional de Estadísticas de la Educación.

Se trata de la cuarta cita organizada por el ministerio, enmarca «dentro de la reflexión abierta al conjunto de la comunidad educativa en torno a la reforma curricular» que trae la Lomloe, detalla el ministerio.

Un alumnado enseñado y acostumbrado a "reproducir" temas

Para cambiar la manera de evaluar también hay que modificar la de enseñar. El orientador Javier Cortés de las Heras propone la calificación por competencias, pero advierte que «no sería justo evaluar de otra manera si no se ha enseñado antes y no has dado la oportunidad de pensar», afirma. Asimismo, lamenta que el actual es un sistema educativo «muy pensado para reproducir» los contenidos adquiridos.

Como muestra de ello, los ‘disgustos’ que los últimos cursos se han llevado los estudiantes en varias asignaturas en selectividad, al ser preguntados por parte del temario que deben conocer, pero con cuestiones que no son las habituales o no se esperaban. «Lo malo es que estamos en un macrosistema en el que no solo se trata de la forma de enseñar o evaluar, sino que depende también de la formación del profesorado, de cómo se organizan los centros… no se puede tocar solo una pieza y pensar que todo cambiará», reconoce el orientador.

Ante esto —y la modificación de los contenidos que parece que traerá la Lomloe o Ley Celaá—, Cortés recuerda que, en otros países, «la reforma curricular es una cuestión de cinco u ocho años», un verdadero proceso de reflexión abierto a toda la comunidad educativa, desde docentes hasta inspectores