«Por razones sanitarias y siguiendo las instrucciones se va a proceder al desalojo de la playa». Este era el mensaje que se comenzó a escuchar ayer en la playa de la Malva-rosa de València. Un aviso que se reprodujo en todo el litoral de la Comunitat. En el caso del cap i casal, fue poco antes de las siete de la tarde cuando se inició el cierre de las playas por segundo año consecutivo en la noche de Sant Joan para evitar aglomeraciones. «Al habla la Policía Local, queda suspendida la celebración», decía repetidamente un altavoz.

A las siete en punto, los agentes que custodiaban los 20 kilómetros de playa comenzaron a vallar el paseo y la misma costa y desde esa hora nadie pudo acceder a la playa. Media hora después, a las siete y media, comenzaron a desalojar a las personas que, casi todas conocedoras de la prohibición de permanecer en el espacio público, salían poco a poco del agua y la arena. Había quienes se hacían los remolones, pero el operativo no dio tregua: «Disculpe, tiene que abandonar la playa», le comunicaba un policía local a una señora, «estará cerrada hasta las siete de la mañana», detallaba.

Un dispositivo para garantizar el desalojo y evitar aglomeraciones que estuvo compuesto por una nutrida representación de la Policía Local (más de 200 agentes) y de la Policía Nacional, que hizo su aparición en el Puesto de Mando Avanzado (PMA) algo antes de la «hora de». Un punto clave para coordinar las playas de València, Sagunt y Gandia.

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Cierran la Malva-rosa para evitar las fiestas por la Noche de San Juan F. Bustamante

Drones para detectar hogueras

Mientras se procedía a realizar todas las acciones necesarias para clausurar la zona, unos agentes preparaban un espacio acotado para los drones. «Este año también hemos incorporado drones térmicos para detectar posibles hogueras», explicaba a este periódico el comisario Laseras de la Policía Local de València. «Hemos distribuido todos los efectivos a lo largo de todo el litoral, hasta el Perellonet para garantizar que no haya problemas», concluyó.

Cristian, Laura y Diana se acercaban al paseo preparados para asentarse en la arena durante unas horas. Sillas, neverita y bañador puesto. «¿No va a haber hogueras?», preguntaban estupefactos al comunicarles que la costa cerraba a las siete y media. «Siempre venimos a celebrar Sant Joan, nos encanta», apuntaron. «Sabíamos que no iba a ser lo mismo por la pandemia, pero no que se prohibiera el acceso tan pronto», razonaban con sorpresa.

Carlos y Alicia, por su parte, coincidían con la decisión de prohibir las hogueras y los botellones a pie de mar, pero criticaban que no se permitiera el acceso al mar. «No nos parece bien que no nos dejen saltar las olas. Es una tradición y lo hemos hecho toda la vida, no creo que haya gran peligro», argumentaban, mientras se despedían diciendo, «este año, Sant Joan en casa, es lo que toca».

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La Policía Local cierra la playa del Port de Sagunt ante la noche de San Juan Dani Tortajada

«Hay que buscar el equilibrio»

Alexandra y Vanesa, por su parte, venían desde Madrid a pasar unos días a València, donde veranean en distintas ocasiones. Ellas sí supieron en el mismo momento que la prohibición clausuraba el espacio costero. «Hay que encontrar el equilibrio, dejar disfrutar del mar hasta las nueve y media de la noche, aunque entendemos que tienen que haber restricciones», añadían las dos amigas.

Unas señoras paseaban y comentaban, observando el despliegue de agentes, que «al menos la velada será tranquila» y que la vacunación «ha de estar más avanzada» para permitir celebrar la noche más larga del año.

Precisamente tranquilidad es lo que no buscaban Pablo, Paola, David y Moha, unos amigos de Utiel, auxiliares en una residencia, que estaban convencidos que «de una forma u otra» celebrarían el «solsticio» simbólico. «Tenemos entre 19 y 23 años y estamos vacunados, esta prohibición es una ‘putada’ para nosotros pero entendemos que las concesiones tienen que llegar poco a poco».

La playa se fue vaciando sin prisa pero sin pausa. En apenas media hora, cuando el reloj ya marcaba las ocho, ya no se veía ni a un solo bañista en la costa, que había sido desalojada sin ningún incidente.

Solo los agentes que «peinaban» la orilla y los coches policiales observaban como, poco a poco, el día comenzaba a oscurecer. La mayoría del litoral restringió el acceso a las diferentes playas para evitar aglomeraciones, a excepción de Xàbia, Benissa y Calp, que aunque no permitieron hogueras ni fiestas, sí dieron luz verde a cenar en la arena.

Así, en València, la playa de la Malva-rosa se fue a «dormir» temprano y cerró sus puertas, por unas horas, hasta que hoy vuelva a ser lugar clave para pasar el día festivo con motivo de Sant Joan.