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"Tras 20 años diciéndoles que podían, ahora de nuevo se las condena al burka"

La periodista valenciana Pilar Requena denuncia "el horror" al que se enfrentan las mujeres bajo el régimen talibán que tomó ayer el país

Miles de familias de las provincias del norte se han desplazado estos días a Kabul. | HEDAYATULLAH AMID/EFE

El burka oculta por completo el cuerpo de la mujer y solo permite observar la vida a través de una rejilla de tela, pero nunca ser vista. La oscuridad, el silencio, la prohibición de estudiar, de trabajar, de moverse sin la compañía de un hombre de la familia, los castigos como la lapidación por adulterio, la prohibición de reír en público para no ser escuchada y la obligación de correr las cortinas de tu casa una vez dentro para no ser vista. El horror. «Esto es lo que les espera a las mujeres de Afganistán con la llegada de los talibanes, por mucho que quieran contar otra cosa». Habla Pilar Requena, periodista valenciana, directora de Documentos TV en Radio Televisión Española (RTVE) y autora del libro Afganistán. Se explica de carrerilla, con inquietud por los últimos acontecimientos, con preocupación, y aborda los avances de las últimas dos décadas en las que las mujeres han comenzado, aunque poco a poco, a acceder a la educación, la sanidad y el trabajo.

Lo hace un momento crítico en el que, tras la retirada de las tropas norteamericanas y de la comunidad internacional, los talibanes (las organizaciones islamitas radicales) se han hecho con el país en menos de dos semanas. Ayer llegaron a Kabul y el presidente de Afganistán Ashraf Ghani abandonó el territorio. «Es como un déjà-vu», dice. «Están viendo cómo van a volver veinte años atrás, al punto de inicio en el que no existían, la única diferencia es que ahora hay muchas más mujeres dignificadas», apunta Requena. Periodistas, abogadas, médicos, parlamentarias, profesoras, estudiantes.

Nunca mirar a los ojos

Más de tres millones de niñas han accedido a educación y al mercado laboral, según estima la experta. «Faltan muchísimo camino que recorrer, el avance se ha dado en las zonas urbanas pero sí se ha avanzado y ahora todo eso volverá al inicio. Al silencio». La gente tiene pánico «pero lsa mujeres están muertas de miedo». «Las familias envían a sus hijas a Kabul para que no las secuestren y las conviertan en esclavas sexuales». Dice la periodista que cree que los talibanes jóvenes son más violentos. «Nunca mirarán a una mujer a los ojos porque las mujeres somos ‘cosas’, para ellos, no personas». Miles de ellas han huido de sus ciudades en las últimas semanas para escapar de los insurgentes, que van buscando a las mujeres jóvenes y viudas para casarlas con los combatientes en matrimonios forzados. Lo que para Requena solo tiene un nombre: «Es esclavitud sexual o violación y secuestro».

Después de veinte años «dando esperanza a las mujeres y diciéndoles que podían, que debían seguir adelante, que tenían una oportunidad, ahora Estados Unidos y occidente las abandona a una vida bajo un burka en silencio y oscuridad. Eso es lo que les espera a las mujeres». Lo que demuestra que la invasión en 2001 no se hizo para liberar a las mujeres del burka, «tal como vendieron los estadounidenses». Que occidente permita esta retirada y abandono al pueblo afgano es: «Una vergüenza». Opina que los países occidentales no han sido conscientes de la responsabilidad que tenían con lo que ocurre.

«Venganza por el 11S»

Partir del supuesto occidental sin tener en cuenta las costumbres arraigadas para construir un futuro fue un «error». Aunque «se han conseguido muchas cosas, la intervención falla desde que se demuestra el poco interés que tenía Estados Unidos». «Afganistán solo fue su venganza por el 11S». En estos últimos veinte años también ha habido corrupción y pobreza extrema. «La corrupción ha machacado a la población, su corazón y su mente», dice Requena. En este sentido, cree que «no se ha pedido el perdón que se debía haber pedido». El pueblo afgano ha aceptado gobiernos impuestos por occidente, señores de la guerra en los parlamentos y gobiernos «sin ninguna justicia transicional» con la promesa de un futuro de bienestar, «¿dónde está ese futuro? Les hemos devuelto a la casilla de salida y hemos huido». Con todo, «hay una base social harta de la corrupción y la injerencia que cree que los talibanes les van a devolver la estabilidad».

Pero las mujeres tiemblan. ¿Qué podría hacer una mujer de València para ayudar a una afgana? Pilar Requena responde sin pensárselo dos veces: «Lo que podemos hacer es una campaña en redes, manifestaciones, gritar para que les llegue la solidaridad, que no están solas, que son unas valientes». «Tenemos que seguir denunciando su situación y hacerles llegar que sentimos haberlas abandonado».

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