La magnitud de la sexta ola, con cifras de contagios disparadas y la certidumbre de que van a seguir creciendo, ha hecho que el ministerio y las comunidades autónomas hayan pactado ya renunciar a hacer el rastreo y buscar contactos estrechos por cada positivo, una de las herramientas claves en el control de una epidemia que ahora resulta inútil y consume unos recursos que se están dejando de poner en otras enfermedades. Así consta en el documento que se firmó el miércoles en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y que adapta la estrategia de control de la covid al actual momento de «alta transmisión comunitaria».

Así, según el nuevo protocolo, se renuncia a identificar a los contactos estrechos de los positivos y solo se hará el rastreo cuando el contagiado esté en un ámbito «de alto riesgo» al haber personas de mayor vulnerabilidad, como centros sanitarios, residencias de mayores o centros similares. Para el resto, la Administración deja en manos de los recién contagiados la tarea de comunicarlo a sus contactos estrechos «no vulnerables», algo que mucha gente ya estaba haciendo de forma preventiva ante la constatación de que Sanidad no llegaba a todo. Es una de las nuevas medidas acordadas el miércoles junto a la que ya se conocía de reducir de 10 a 7 días el aislamiento para los positivos que no tengan síntomas o con síntomas leves.

PCR solo a los vulnerables

Ante la explosión de casos, comunidades y ministerio acordaron también que se den como válidos los test de antígenos de autodiagnóstico de farmacia siempre que los sistemas de salud tengan problemas para realizar a tiempo una PCR de confirmación. En los centros de salud más colapsados de la C. Valenciana ya habían empezado a hacerlo, tal como informaba ayer este diario. Eso sí, será el sanitario quien tenga la última palabra de si se acepta o no.

Según el nuevo protocolo, solo se harán pruebas de confirmación a quien tenga síntomas «más graves» o a «personas vulnerables». Con esta medida —que busca aligerar la carga de los laboratorios que están al límite con 116.000 pruebas PCR semanales— se acabarán las imágenes de largas colas para hacerse una prueba de confirmación en hospitales y centros de salud. Así, todo aquel que dé positivo en un test de farmacia y tenga síntomas leves, ni va a tener PCR de confirmación ni tampoco un seguimiento «activo» por parte del centro de salud ya que solo se le dirá cómo confinarse, hasta cuándo y qué canales de comunicación tiene por si su situación empeora. Solo se mantendrán estas llamadas por parte del centro de salud a los contagiados de residencias o centros sanitarios, mayores de 70 años, inmunodeprimidos, embarazadas o no vacunados.

Tampoco se va a hacer PCR a los contactos estrechos convivientes (los únicos a los que se les estaba haciendo hasta ahora) si están vacunados y no son «vulnerables», es decir, mayores o con patologías.

Todas las medidas van encaminadas a reconducir los recursos que hay hacia «la protección de aquellos más vulnerables» en estos momentos —los mayores, las personas inmunodeprimidas o con enfermedades y aquellos que empeoran, ahora los menos gracias a las vacunas— después de comprobar que la sexta ola es inabarcable y que ya ha superado la capacidad que tiene la Atención Primaria y los laboratorios. En el documento se reconoce que el incremento de la transmisión comunitaria es «acelerado» y que las tasas de incidencia son las «más altas de toda la pandemia» y no parece que vaya a variar en los próximos días. Ahí la clave la da la tasa de incidencia acumulada de casos a siete días: si supera el 50 % de la IA a 14 días, significa que el crecimiento se mantiene para los próximos días.