El nuevo conseller de Sanidad, Miguel Mínguez, se salió poco ayer del "guion" en su primer discurso en el cargo. Agradecimientos, promesas de trabajo y un repaso a las que van a ser las claves de su gestión entre las que había pocas novedades, algo lógico para un recién llegado a la conselleria sin experiencia en dar discursos "políticos".

Eso sí, Mínguez incluyó su nota personal al hablar en primera persona de cómo vivió esos momentos posteriores a recibir la propuesta de encargarse de la Conselleria de Sanidad, el área con mayor presupuesto de toda la Generalitat Valenciana, de boca del president Ximo Puig.

El nuevo conseller reconoció que su sí a la propuesta del president le había costado un paseo y un buen rato de meditación. "Cuando salí del despacho del presidente tenía una opresión en el pecho, un nudo en la garganta", aseguró, porque toda su vida la había dedicado "a los pacientes, a escuchar historias de vida" y dejar de hacerlo, sin ni siquiera poder despedirse de ellos le pesaba.

Su primer impulso fue decir que no pero después llegó a la conclusión de que afrontando este reto "tan trascendental" el beneficio estaba "no solo en mi capacidad de ver a unos pocos pacientes sino a 5 millones de ciudadanos. Esto me hizo cambiar de actitud".

Precisamente a sus pacientes aún dedicó buena parte de su primer día de conseller. A primera hora tomó posesión como nuevo conseller y a última hora recibió la cartera de manos de Ana Barceló pero aún tuvo tiempo de ocuparse de consultas pendientes en el Hospital Clínico, donde hasta ahora ha sido jefe de servicio de Digestivo.

De hecho, no fue hasta ayer por la tarde, poco antes del acto del traspaso de carteras cuando Mínguez entró por primera vez en el despacho que va a ocupar a partir de hoy y lo hizo de la mano de su antecesora en el cargo.