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El colapso que nunca acaba

A las infraestructuras precarias y las plantillas cortas, los servicios de Urgencias se enfrentan ahora a un inusitado aumento de pacientes por covid, pero no solo por covid, que está poniendo en jaque la atención

Puerta de Urgencias del Hospital General de València, que viene registrando semanas de colapso. | GERMÁN CABALLERO

El concepto de «paciente» ha tomado estos días más sentido que nunca para quien ha tenido que ir a las Urgencias de cualquier hospital valenciano. Horas en la sala de espera, incluso para tener una primera valoración en triaje. Entre 24 y 48 horas más (y hasta más de 100 en el Hospital General de Valencia según denuncias de los trabajadores) para conseguir una habitación en planta porque no hay ninguna disponible, tiempo que hay que aguantar además dolorido y solo, compartiendo una precaria instalación en Observación con varias personas más.

Es la situación que vienen registrando durante semanas en el Hospital General de Valencia pero que estos días se ha reproducido con colapsos similares en otros centros como el Clínico, el Doctor Peset o el Arnau, entre otros. No es algo nuevo, de hecho, es un problema que se presentaba de forma cíclica en años prepandemia en momentos de epidemia de gripe, por ejemplo.

Ahora, cuando parece que todo quería volver a la normalidad el problema ha llegado ampliado y corregido, encima en unas fechas en las que, en principio, «no tocaba». El resurgir de casos de covid explica en parte el problema pero no es la única explicación. ¿Qué está pasando?

Problemas de base

En el Hospital General de Valencia, al menos, tienen claro los problemas de base que les hacen más proclives a llegar a estos colapsos. Este departamento de salud es el que más pacientes tiene asignados, 373.000 valencianos y, pese a ello, tiene la ratio más baja de camas por paciente, 1,37 frente a la media valenciana de 2.

Eso, unido a los problemas de recursos humanos y a la situación en la que ha dejado la pandemia todo el sistema sanitario también tienen parte de culpa. En centros como el Clínico, con también mucha población asignada y muy envejecida, también notan antes los aumentos de presión asistencial.

«El problema tiene muchos factores y todos complejos», concede Javier Millán, presidente en la C. Valenciana de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias (Semes-CV) y jefe de Servicio de Urgencias en el Hospital La Fe. Para Millán están ahí los problemas de infraestructuras y de gestión de recursos humanos en estos centros, a lo que añade el que las puertas de Urgencias sean «ese 24 horas que nunca cierra» y a las que todo el mundo acude cuando el resto de alternativas fallan (como cuando el médico de Primaria da cita para dentro de dos semanas).

Urgencias al alza

El especialista introduce, además, otros factores a tener en cuenta: las urgencias han aumentado en estos meses por encima incluso de lo que se atendía antes de la covid. La última gota que colma el vaso cuando los quirófanos están todavía al cien por cien y consumiendo su parcela de camas.

«Para nosotros estos meses de mayo y junio solían ser antes de calma tensa antes del verano pero ya no. En los últimos meses hemos visto que las atenciones urgentes han aumentado hasta un 30 % en la Comunitat Valenciana pero no sobre los años del covid, en los que las urgencias bajaron, sino sobre lo que había de normal en prepandemia», explica Millán.

En la era precovid y según cifras de la Conselleria de Sanidad, se podían registrar cerca de 2,4 millones de urgencias anuales en los hospitales valencianos, una media diaria de 6.564 urgencias. Esto suponía que en la Fe, por ejemplo, atendían una media de 607 urgencias al día antes de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas, unas 409 en el Hospital General.

Los números bajaron (y mucho) el primer año de pandemia. El encierro forzado y el miedo a acercarse al hospital hicieron que las atenciones urgentes cayeran como nunca se había visto: 650.000 atenciones menos en el primer año. En 2021 las cifras se recuperaron algo.

En este principio de año, la curva ha ido al revés, se ha disparado. Aplicando los porcentajes del presidente de la Semes-CV, las cifras pueden estar ahora, fácilmente en 700 urgencias diarias en la La Fe y entre las 470 y los 531 para un hospital como el General.

El porcentaje de urgencias que ingresan y necesitan una cama (que se disparó en pandemia) se ha vuelto a regular pero, aunque vuelva a ser de entorno al 12 % de ingresos, si el número de urgencias crece, también sube el número de camas que requieren las urgencias y ahora, en contra de lo que pasaba en pandemia, los quirófanos vuelven a operar y a necesitar también estas habitaciones.

Covid y más cosas

Según Millán, la covid y esta séptima ola que nadie ha bautizado como tal están aportando su grano de arena en el problema del aumento de urgencias y, en última instancia, de necesidad de camas. «Tenemos muchos ingresados por el coronavirus», recuerda Millán y siguen creciendo pero es que, además, la retirada de medidas de prevención tras dos años de encierro y mascarillas ha traído otra consecuencia: hay gripe y multitud de enfermos de virus respiratorios en fechas que, en principio, «no tocaban».

«Es algo que hemos visto estos días y que no es propio de esta época del año, el aumento de procesos respiratorios de procesos virales» como gripe o virus sincitiales.

La falta de camas con la que parten algunos hospitales, la falta de personal, la derivación de pacientes desde la Primaria, los casos de covid en vulnerables que todavía necesitan ir a Urgencias e ingresar y la aparición de gripe y otros virus respiratorios en una época tan tardía conforman un cuadro que explica, aunque solo en parte, la situación. Paciencia.

La llegada de julio agrava el problema

En centros con problemas de base es donde antes se ha notado el aumento de Urgencias pero la llegada de julio puede hacer que la situación se complique y se expanda a otras zonas por el aumento de turistas y el cierre de centros de salud por la tarde. «Los hospitales de la costa de Alicante tienen una presión mayor a los de Valencia ciudad pero después están los de Gandia, Dénia o la Vila-joiosa, que empiezan a tener una presión más elevada y si hay más población y no se cubren los consultorios auxiliares, los puntos calientes este verano se pueden multiplicar», concluye Millán.

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