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Vivienda

La gitana que planta cara a los fondos buitre

Narcisa Gómez, del barrio valenciano de La Torre, se sienta cada mes con el fondo buitre Cerberus para pelear alquileres para las familias de su barrio

Narcisa Gómez, junto a sus vecinas del barrio de La Torre (València), unidas frente al fondo buitre Cerberus. Fernando Bustamante

A Narcisa se la pueden cruzar haciendo la compra, llevando a sus nenes al cole o en el parque vigilando que Ángel, su hijo, no haga una trastada en el tobogán. Es una mujer fuerte y trabajadora, del barrio periférico de La Torre, en València, y desde hace meses, también es el ángel que defiende a sus vecinas frente al fondo buitre Cerberus. Cada mes, junto a otros representantes de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), se sienta a negociar con el fondo

Por eso, cuando se la cruzan en el súper, en el cole, o en el parque, las vecinas se acercan para hablarle de su situación. Su móvil circula por los bloques como la mujer que representa a la resistencia de las vecinas de esta barriada humilde frente a uno de los mayores fondos de inversión del mundo: Cerberus. Mejor dicho, su filial inmobiliaria en España; Promontoria Coliseum. 

Las vecinas relatan presiones en su puerta: «El que me ha mandado me ofrece mil euros para que te vayas»

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Vecinas de La Torre se unen para pelear por sus viviendas contra un fondo buitre Fernando Bustamante

En València los casos se concentran en la Fuensanta y La Torre (barrios empobrecidos), pero las familias que llegan al teléfono de Narcisa aparecen desde todos los rincones de la Comunitat. Hace unas semanas Levante-EMV publicaba que son más de 200 las familias amenazadas por Promontoria Coliseum. Y esas son las conteadas por Narcisa y la PAH. Puede haber muchas más. 

Gómez explica que los buitres (también hay otros fondos como Gramina Homes) aterrizaron en los barrios con la pandemia. «Ahí empezaron a salir casos, las mujeres empezaron a llamar y cuando hablábamos con una familia aparecían tres detrás, cada vez hay más», cuenta Narcisa. Afirma que los fondos buitre ya se están quedando con medio barrio. 

Mientras los nenes juegan en el parque, las vecinas de La Torre (organizadas, como Narcisa, contra el fondo) cuentan las tácticas de presión. «A mi me llaman todas las semanas diciendo que me vaya», cuenta una mientras el resto asienten con la cabeza y varias enseñan el número de teléfono. Muchas de ellas siguen con e l alquiler vigente, a otras se les terminó pero siguen pagando cada mes como muestra de buena fe, ya que los precios del alquiler elevadísimos hacen imposible encontrar nada. 

«El que me manda ofrece mil euros»

Un hombre vestido de calle va tocando a ciertas puertas en unas bonitas fincas blancas que desde hace décadas ya no son vivienda social a pesar de que se construyeron para eso. «El que me ha mandado te ofrece mil euros para que te vayas de la casa», relata una vecina. El que le mandaba, en su caso, es Gramina Homes. En ocasiones, estas personas se muestran tan amenazantes que varias vecinas cuentan que han cerrado la puerta y han roto a llorar. 

Pero las vecinas no quieren mil euros, ni dos mil. "A mi me da igual ese dinero, yo lo que quiero es un techo donde vivan y se críen mis hijos. El futuro de las criaturas es lo importante. Que tengan su futuro, sus estudios, que estén empadronados en el barrio y el día de mañana se sitúen, que no tengan que estar de casa en casa porque si no no habrá manera de que se centren", dice una vecina.

«¿Por qué hay tantas casas vacías o para turistas? Que obliguen a hacer alquileres sociales», dice Narcisa

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Los fondos incluso utilizan mentiras para hacer sentir mal a las familias. «La última vez me dijeron que el piso ya lo había comprado una familia, con un nene como el mío, y que necesitaban la casa para el chiquillo. Y yo no quiero molestar a nadie», cuenta una vecina. Se fue con Narcisa y pidió una nota simple en el registro para comprobar que, efectivamente, la casa seguía siendo del fondo buitre. Esta técnica, asegura Gómez, es bastante empleada por este tipo de empresas. Narcisa remarca que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) tiene un teléfono de contacto para asesorar a las afectadas con sus casos. 

Una de las afectadas explica que vive "con el miedo en el cuerpo". Mi marido ha trabajado 29 años y estamos ahora en esta situación. Y resulta que vas a servicios sociales y te dicen que no eres vulnerable, que te busques un alquiler ¿Cómo? ¡Si están por las nubes! No podemos hacer nada. En este piso de dos habitaciones pagamos 550 euros" ,lamenta. El problema es general, de muchas vecinas del barrio, y ninguna, salvo Narcisa, ha podido hablar con el fondo. Nadie coge las llamadas.

Aunque a muchas de las mujeres se les ha acabado el alquiler, ellas no dejan de pagar como muestra de buena fe en esa situación. A otras, directamente y antes de que se les acabe el contrato, el fondo les cambia la cuenta corriente sin decirle cual, para que no estén al frente de sus pagos y puedan ser demandadas dentro de unos meses. Hay algunos casos en el barrio. Todas las mujeres están en contacto mediante grupos de wattsap, "cuando una se entera de algo, o lleva un papel y funciona, o resulta que algo le ha venido bien con el fondo se lo dice a todas", explica Narcisa.

Narcisa, con la camiseta de la PAH, en uno de los bloques propiedad del fondo buitre. Fernando Bustamante

Victorias frente al fondo 

En La Torre y en la Fuensanta las mujeres -porque el 99 % de las luchadoras por la vivienda son ellas- saben organizarse. Tanto que hay casos de victorias frente al fondo. «Cuando ellas se enteran de que hay una plataforma y de que hemos conseguido ayudar a varias familias es un chute de emoción para que se impliquen», dice Narcisa. 

Algunas victorias son pequeñas, aunque depende de cómo se mire. «Normalmente insistimos tanto que el fondo firma con la familia una tácita de reconducción», es decir, seguir pagando el alquiler durante un año a pesar de que ya se haya acabado el contrato, como forma de seguir negociando. «Bueno, es un año, esa familia se ha quedado en su casa y siempre le decimos lo mismo; dentro de un año pelearemos», dice Narcisa. Otros casos -menos, pero los hay- son renovaciones de contrato por tres y cuatro años. 

Mientras tanto, Narcisa opina que el fondo buitre lo que quiere de barrios como la Fuensanta o La Torre es "hacerlos turísticos" y echar a las familias de toda la vida. Mientras, señala a algunos niños del barrio con el rabillo del ojo. "Este chiquillo lleva unos años de casa en casa, no puede centrarse. Su hijo Ángel, cuando ella no tenía estabilidad en su vivienda y tuvo que okupar "se desvelaba por las noches, no dormía, y cuando lo llevé al pediatra me dijo que ellos manifiestan así que están preocupados". Ángel ahora tiene nueve años, y esa situación fue hace mucho tiempo, así que los niños se enteran de lo que está ocurriendo. "Dejó de rendir en la escuela. No es broma ¿Cómo vas a gestionar todo eso? Psicológicamente se pasa muy mal", dice Narcisa.

«Mira, las familias que están en la plataforma no le dan un mal uso a las viviendas, somos gente trabajadora, tenemos muchos años cotizados. Solo queremos una vivienda digna. El Gobierno tiene que bajar los alquileres porque si no no hay manera, con tres nenes y cobrando mil euros al mes ¿Por qué los bancos pueden tener tantas casas vacías? ¿Por qué se hace tanta vivienda para turistas? Que obliguen a los grandes tenedores a hacer alquileres asequibles que la gente pueda pagar, eso tienen que hacer», reivindica Narcisa. 

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