El verano actual pasará a la historia como uno de los más devastadores en materia de incendios forestales en la Comunitat Valenciana. Han ardido ya más de 30.000 hectáreas, cifra que supera el total acumulado durante la década anterior y la segunda más alta del siglo tras las casi 60.000 hectáreas calcinadas en 2012. Sin embargo, en la serie histórica sobresale un año todavía más aciago, 1994. Puede parecer lejano (la vicepresidenta Aitana Mas tenía 4 años y la consellera Mireia Mollà, 12, por ejemplo) pero aquel año está muy presente en el actual gobierno valenciano.
El ahora líder del Consell, Ximo Puig, era jefe de gabinete del socialista Joan Lerma en aquella época y vivió la devastación en primera persona. Media docena de grandes incendios simultáneos arrasaron en apenas unos días cinco veces más superficie que los de Bejís y Vall d’Ebo juntos y murieron 13 personas en tareas de extinción.
Aquella tragedia humana y medioambiental provocada por el fuego hizo mella en Puig, que entonces tenía 35 años, y marcaría su trayectoria política de ahí en adelante, situando la gestión forestal como una prioridad. Lo confirma a Levante-EMV su entonces jefe, el expresident Lerma: “Sin duda aquellos incendios dejaron huella en él”, asegura mientras rememora aquel año “excepcionalmente complicado” en los montes valencianos.
Caprichos del destino, ese 1994 era como este un año preelectoral y la oposición no lo desaprovechó. Pese a que Lerma defiende que ya entonces la Comunitat Valenciana contaba con el servicio de emergencias “más avanzado de España”, las imágenes de vecinos luchando contra las llamas con cubos de agua y mangueras así como el número de fallecidos evidencian los avances en seguridad de las tareas de extinción. En cualquier caso, el expresident denuncia que el PP se "cebó" con su Gobierno e incluso asegura que Eduardo Zaplana "quemó una foto" suya durante un acto electoral.
Con todo, Lerma duda que aquel verano negro tuviera relación directa con la derrota electoral de 1995, la cual atribuye a la coyuntura económica. Tampoco lo entienden así fuentes cercanas al president durante su primera etapa al frente del Consell. Pero con coste electoral o no, la fijación de Puig con los incendios se ha hecho patente desde su llegada al Palau de la Generalitat.
En aquel primer Botànic retuvo las competencias de Emergencias en Presidencia, su área de control más directa. Y durante esa misma legislatura se creó la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias, órgano que concentró competencias y simplificó la gestión de los diferentes cuerpos de policía, bomberos o protección civil entre otros.
Según reza la propia ley, el objetivo es "dar una respuesta eficaz y eficiente a las necesidades incluidas en su ámbito de actuación, posibilitando una mejor y más ágil gestión de los recursos, una mayor participación y asunción de responsabilidades, la oferta de soluciones ante situaciones de emergencia y situaciones que atenten contra la seguridad de personas y bienes, así como lograr una mayor participación de la sociedad y una modernización del sistema público de respuesta a las emergencias".
El primer gran fuego de la era botánica
En los presupuestos de 2022, Emergencias contó con una dotación de 168 millones de euros, un 15 % más que en el ejercicio anterior, y amplió el periodo de tiempo en el que los equipos de extinción están operativos. Pese a todo, ese despliegue no ha impedido que el Botànic esté viviendo la peor temporada de incendios desde que gobierna. Se ha quemado en siete días el doble de superficie que desde su llegada al poder.
Ante esta situación, el exconseller Vicent Marzà reivindicaba esta semana en Twitter la labor del Consell en materia forestal. El de Compromís recordó que el Botànic ha duplicado la inversión en prevención y extinción de incendios, hasta los 118 millones, y que ahora destina 54 millones a recuperar zonas quemadas cuando el PP invertía cero.
