Animales abandonados

Las dos muertes de Bimba y Laia

Algunos perros llegan a los refugios tras el fallecimiento su dueño. Pasan de vivir en una casa a una jaula, y muchos de ellos se mueren de pena

Las protectores intentan fomentar la adopción de estos animales mayores, por los que no hay que pagar nada y están acostumbrados a vivir en familia

Laia, una perra de ocho años que llegó al refugio municipal por la muerte de su dueño.

Laia, una perra de ocho años que llegó al refugio municipal por la muerte de su dueño. / Germán Caballero

Gonzalo Sánchez

Gonzalo Sánchez

Laia tiene ocho años, y Bimba once. Llegaron hace pocos meses al refugio municipal de València, con los otros 159 perros abandonados, pero con la diferencia de que a ellas no las dejaron en la calle. Su dueño murió y nadie se pudo hacer cargo. Han pasado de vivir en una casa a una jaula, y del cariño de su humano al suelo del refugio.

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Germán Caballero

Bimba está asustada, Laia no tanto.Es normal en estos animales que sufran muchísimo cuando llegan al refugio. Lo habitual es que, sin el calor de su dueño, estos perros se mueran de pena.

Bimba y Laia buscan a alguien que las adopte para no morir otra vez. Pero con los perros mayores no suele haber tanta suerte. "La gente suele buscar los 'bebés' pero estos perros son muy buenos y también necesitan una familia", explica Beatriz Cortina, responsable de la protectora Modepran.

Bimba, una perra que llegó a la protectora porque murió su dueño y ahora busca una familia de acogida.

Bimba, una perra que llegó a la protectora porque murió su dueño y ahora busca una familia de acogida. / Germán Caballero

Lo habitual al adoptar es que haya que pagar una pequeña cantidad de dinero por el chip y con las vacunas, pero con los perros mayores como Bimba y Laia es gratis. Es una forma de conseguir que estos animales encuentren una casa y dejen de pasarlo mal.

"Sufren mucho. Piensa que Bimba lleva once años en una casa, con su familia. Y Laia lleva 8. Meterlas ahora en la jaula del refugio... Están asustadas y tristes porque no están acostumbradas y porque han perdido a su dueño. Lo habitual es que se mueran de pena", cuenta una trabajadora de la protectora.

Bimba ha perdido visión y oído por la edad, y a Laia le detectaron un tumor intestinal poco después de venir al refugio, pero ya está extirpado por los veterinarios que se hicieron cargo de la cirugía. Este tipo de problemas de la edad echan para detrás a las personas con ánimo de adoptar.

Ni grandes ni peligrosos

Otros de los perros que tienen problemas para salir del refugio son los perros grandes, como mastines, o los perros "peligrosos" que en muchos casos no son tal. Y menos todavía cuando han pasado con un refugio lleno de profesionales que han sabido valorarlos.

Varios perros abandonados en el refugio municipal de Valencia.

Varios perros abandonados en el refugio municipal de Valencia. / Germán Caballero

En este tema hay varios mitos. El primero es que no se pueda tener un perro grande en un piso. "No es incompatbile, siempre y cuando ese perro pueda correr, ver a otros animales y salir lo que necesite no pasa nada. El caso es que el animal reciba los cuidados que toquen", explica Fermín Quero, jefe de Sanidad, Consumo y Bienestar Animal del Ayuntamiento de Valencia.

Lo hace junto a varias jaulas en las que hay un mastín que lleva ya demasiado tiempo en ella. "Es muy complicado que estos perros salgan, ni siquiera gente que tenga un terreno viene a adoptarlos", explica Quero.

Por otro lado está el tema de los perros peligrosos, que no son tal. "Son perros que tendrán que ir atados y con bozal toda la vida, los pobres animales, cuando con la crianza correcta pueden ser maravillosos y muy buenos", cuenta Amparo Requena, abogada especialista en derecho animal y presidenta de la protectora Modepran.

Esta es la clave, la crianza y el conocimiento de la raza. Sin eso, estos animales pueden acabar siendo imposibles de reinsertar. "Es otro de los problemas del refugio. Perros que han sido criados para peleas o como no es debido y que es imposible que podamos sacar porque no los podemos volver a socializar. Muchos de ellos probablemente no salgan de aquí porque no hay manera de hacerlos sociables otra vez", lamenta Quero.

La vida en el refugio

"La gente cuando abandona no es consciente de que sus animales van a acabar aquí en jaulas. Nosotras somos las primeras a las que no nos gusta del todo cómo están ¿Pero qué más podemos hacer? La culpa no es nuestra, sino de la gente que los abandona", explica una trabajadora del refugio.

Un gato abandonado en el refugio de animales de Valencia.

Un gato abandonado en el refugio de animales de Valencia. / Germán Caballero

Los animales acaban en jaulas de poco más de un metro de ancho y unos tres de largo, con un boquete en la pared donde pueden entrar a un sitio a cubierto para dormir. Muchos de ellos son perros grandes a los que el espacio se les queda enano. La saturación del refugio provoca que haya dos y hasta tres perros pequeños en una sola jaula.

Otra realidad del abandono es la dureza de la calle. Los animales domésticos, tanto perros como gatos, no saben buscarse la vida por sí mismos, y según explican las trabajadoras de la protectora a penas pueden durar "semanas" sin una persona que les cuide.