José M. Rambla, Valencia Pocas personas saben lo que es un milagro. Sin embargo, este no es el caso de Agustín y María Victoria, un joven matrimonio de Burriana, que durante las últimas semanas han sido testigos del prodigio que más deseaban. Un milagro que no ha venido de manos divinas, sino de las diestras manos de un cirujano, el doctor José María Caffarena, que intervino de una grave malformación cardiaca a su hija Paola, con sólo 31 semanas de gestación y unos frágiles 1.375 gramos de peso.

Junto a Verónica, la hermana gemela de Paola, y su otra hija de cinco años, Agustín y María Victoria, comienzan a superar poco a poco la angustia vivida durante las últimas semanas. «No nos daban esperanzas, nos dijeron que era muy difícil que saliera con vida, lo hemos pasado mal, muy nerviosos, preocupados y con muchísimo , recuerda el padre.

En realidad, tal como destaca, nada indicaba que la pequeña Paola debería empezar su vida afrontando una prueba tan dura. «Durante el embarazo todo había ido bien» , comenta Agustín, «pero en la última ecografía que le realizaron, vieron que las bolsas de las dos niñas se habían unido y que había que sacarlas». Así fue como, por fin, el pasado 16 de noviembre, los médicos que atendían en Castelló el embarazo de María Victoria decidieron adelantarle el parto. En el alumbramiento, Verónica llegaba al mundo sana y sin complicaciones. Por desgracia, no sería igual para su hermana: «Fue entonces cuando le detectaron el problema del corazón» , señala Agustín.

Desde ese momento, la angustia y la incertidumbre se convirtieron «En Castellón nos comenzaron a decirnos que la única posibilidad pasaba por operarla, pero que nos advertían de que era muy complicado». En cualquier caso, inmediatamente se pusieron en marcha los preparativos y a las dos semanas trasladaron a la niña al hospital La Fe.

Precisamente, lo delicado de la intervención hacía que los servicios médicos se inclinasen por no realizar la intervención hasta que no se dieran unas mínimas garantías de éxito. De hecho, como relata Agustín «inicialmente no querían operarla hasta que no alcanzara los dos kilos trescientos gramos». Sin embargo, de nuevo los hechos se precipitaron ya que, «llegó un punto en que se le estaban encharcando mucho los pulmones y había que tomar una decisión urgente». El momento más duro Comenzó entonces uno de los momentos más duros para la joven pareja, a la que los médicos trataban de ir preparando para el peor desenlace. «Nos decían que las posibilidades de que saliera con vida eran mínimas y que iba a ser muy difícil», recuerda. «Ese día fue muy duro, entramos sobre las 7,30 horas en la sala de espera y la niña no salió del quirófano hasta comenta. Tras aquellas interminables horas de máxima tensión, Agustín evoco como «por fin respiramos cuando el doctor Caffarena nos dijo que había sido un milagro y que la niña había salido». Un milagro al que todavía, pasadas las semanas, todavía parecen no poder dar crédito. Y es que, como reconoce Agustín, con tan pocos días de vida, la pequeña Paola «ha nacido dos veces».