La tardanza en recoger los desechos generados por el festival de música Festardor ha provocado múltiples quejas entre los vecinos de la Pobla de Vallbona, que veían cómo ayer martes todavía se estaba llevando a cabo la retirada de la basura procedente de un evento que finalizó en la madrugada del sábado al domingo y que durante tres días había reunido a más de 40.000 asistentes, según las cifras ofrecidas por el propio ayuntamiento.

A las quejas mostradas por los vecinos se sumó ayer la concejala de Ciudadanos, Paula García Rico, que calificó de «nefasta» la organización del Festardor por parte del ayuntamiento y que exigió «responsabilidades» al gobierno municipal dirigido por Josep Vicent Garcia (Compromís). «El concejal de Fiestas nos vendió un festival ideal lleno de ventajas para los asistentes y nuestro pueblo, pero no ha sido así. Realmente ha sido un macrobotellón, que lo único que ha generado es basura, caos y ruido», criticó García Rico, que denunció que ya al inicio del festival se manifestaron los problemas de organización, puesto que «la carretera se tuvo que cerrar por la avalancha de gente» y algunos asistentes crearon «zonas alternativas de acampada en los lavaderos o las rotondas» al no quedar sitio en las áreas preparadas a tal efecto.

El consistorio, por su parte, pidió ayer disculpas por las molestias causadas a los vecinos mediante un comunicado en el que atribuyeron los retrasos de los trabajos de limpieza a «las lluvias del domingo». Asimismo, también lamentaban «los problemas de acceso que se sufrieron el primer día por la llegada masiva de público que la empresa organizadora no tenía prevista» y defendían que se habilitó una zona de acampada con capacidad para 5.000 personas con duchas y baños.

No obstante, en la misma misiva, el ayuntamiento defendió que esta edición del Festardor -la sexta- ha superado las expectativas con 13.500 abonos vendidos y más de 40.000 asistentes en tres días y que ha servido para colocar a la Pobla de Vallbona «en el mapa de los grandes festivales de música valencianos», algo que, según quisieron insistir, beneficia a los intereses comerciales de buena parte de los bares, restaurantes y tiendas del municipio.