Había varios Antonio Montejano pero todos eran el mismo: el hombre culto, refinado, amante de las artes, muy viajero y dotado de un portentoso sentido del humor. Sólo que durante muchos años no hizo otra cosa (profesionalmente hablando) que dar clase. Como maestro de primaria, como profesor en la ESO. El docente. También hubo un Montejano pintor; un nada desdeñable acuarelista que en la década de los 80 expuso unas cuantas veces en el circuito local y que después pintaría sólo para su casa. O el Montejano abuelo, cuidador de nietos que regresó a su Alberic natal. En 2001, con casi 60 años, llegaría el escritor. A lo largo de más de quince años y espaciado más por el freno editorial que por sus ganas de escribir saldrían a la luz cinco libros, que a partir del segundo su autor se encargó de editar y promocionar personalmente con perseverancia para armar una modesta pero muy respetable carrera literaria que mereció más suerte. Aquejado de una enfermedad muy infrecuente, amiloidosis sistémica primaria, diagnosticada después de un largo peregrinar médico, Montejano fallecía en la madrugada del viernes al sábado a los 77 años tras algunos meses de progresivo debilitamiento.

Durante cincuenta años hubo un Montejano más que convivió con todos los otros: el esposo enamorado y permanentemente al lado de Finuca Juan, también maestra (La Bola, Taquígraf Martí...) natural de Enguera pero igualmente afincada en Xàtiva e hija del conocido abogado Manuel Juan.

Antonio Lorenzo Montejano López nació en Alberic en 1942. Se instaló en Xàtiva en 1970. Fue maestro de primaria en Aielo de Malferit, en Chella y en el Taquígraf Martí de Xàtiva hasta que en 1977 pasó al Jacinto Castañeda, La Bola, donde ejercería el grueso de su carrera docente: cerca de 25 años en los que fue el eterno maestro de Francés, el responsable de que varias generaciones de alumnos se diferencien de los que ahora tienen menos de 40 años con un aceptable nivel básico del idioma vecino. Finalmente, con el trasvase de toda la ESO de los colegios a los institutos se jubiló en 2002 tras un último curso en el IES Simarro.

autor de cinco novelas

Simpático y chistoso, sin embargo su carácter también tenía una perceptible dosis de melancolía. Y a veces una actitud sino huraña sí un tanto reservada. Su irrupción en la literatura, demasiado tardía como él mismo reconocía, le hizo en cambio muy feliz porque colmaba años de aspiraciones en los que no se atrevió a dar el salto. No se cortaba un pelo en sus novelas, donde la prostitución, la mafia o las drogas estaban a la orden del día. Debutó en 2002 con Diari d'un jove en cap de setmana (Carena Editors), el diario novelado de un universitario que al mismo tiempo ejerce la prostitución. Luego abordaría el género negro con una trilogía: De difícil salida (2008); De grises y negros, de 2011, cuya acción se desarrolla parcialmente en Enguera, y De confesiones, de 2016, su última novela. Entre la segunda y la tercera de esta trilogía vio la luz Dues novel·les d'amor, un cambio de registro total respecto al resto de su obra sustanciado en dos relatos largos (o dos novelas cortas): Un dilluns ben estrany y Liker du grieg? Tenía en mente unas memorias ficcionadas y conservaba inédita otra novela picante con la que fue finalista en el Premi de Literatura Eròtica de la Vall.

Montejano deja viuda, Finuca; dos hijos, Julia y Tono, y cuatro nietos: Sile, los gemelos Guillem y Arnau, y Tono. Julia es médico y lleva ya años como pediatra en el Centro de Salud de Navarrés. Tono es aviador. Tras varios años en el Ejército, actualmente trabaja como piloto para una empresa de jets privados dedicada a trasladar a multimillonarios y a estrellas de la canción, el cine o el deporte.