Mientras en otros países como Francia o Italia se están tomando medidas de carácter no solo sanitario sino también económico para que el peso de la crisis sea lo más liviano posible, sobre todo en las familias con menos recursos económicos, suprimiendo impuestos como el pago de alquileres o los recibos de agua, luz y gas mientras dure la cuarentena; aquí en España la Agencia Tributaria ya ha anunciado que la campaña de la renta comenzará el próximo 1 de abril.

No han tenido ni siquiera la consideración ética y moral de aplazar ese pago unos meses hasta que la crisis sanitaria remita y empecemos a ver la luz al final del túnel. Con cientos de empresas aplicando ERTEs debido a la caída de la actividad económica y miles de ciudadanos en el paro, no creo que sea el mejor momento de exigirles más esfuerzos económicos.

Francia e Italia ayudan a sus ciudadanos, y lo hacen con menos impuestos y más ayudas a las familias, a los autónomos y a las empresas, mientras en España la vorágine recaudatoria parece no tener fin ni siquiera en tiempos de pandemia.