Entre el 15 de julio de 1939 y el 27 de marzo de 1940, veintisiete vecinos de Ontinyent y Bocairent fueron fusilados en Paterna, una ciudad conocida como el «paredón de España» debido al elevadísimo número de personas ejecutadas por el franquismo en la represión tras la Guerra Civil. Ahora, la exhumación anunciada el lunes por la Generalitat Valenciana de la Fosa 21, donde se arrojaron sus restos, permitirá identificar y recuperar los cuerpos de este grupo de valldalbaidins. La Associació de Familiars d’Afussellats a la Fosa 21 del Cementiri de Paterna ya se ha puesto manos a la obra para tratar de localizar a todos los familiares directos de las 78 personas enterradas en la fosa común. Entre ellas, a la de los 27 de la Vall d’Albaida: ya se ha podido localizar a la descendencia de cinco bocairentins y dos ontinyentins, pero aún restan por identificar a las familias de otros seis fusilados de Bocairent, y de catorce de Ontinyent.

Pilar Taberner, presidenta de la Associació de Familiars de la Fosa 21, explicaba que la ayuda de los familiares puede ser vital para que los arqueólogos puedan identificar los cuerpos que vayan exhumando de la fosa común. «Cualquier información que puedan dar es valiosa. Objetos y documentos, pero también testimonios orales. Durante la exhumación de otras fosas comunes, se ha podido demostrar que lo aportado por los testimonios de los descendientes de los fusilados era cierto, y ha ayudado a poner nombre y apellidos a los restos de cada persona ejecutada», indicó a este diario. En última instancia, la comparativa de ADN sobre los familiares directos puede servir de prueba definitiva en este sentido.

De ahí la importancia, según insistía Taberner, de localizar a la descendencia de cada ejecutado. No obstante, la presidenta de la asociación de familiares se mostraba también muy respetuosa acerca del sentir de cada quién: «Nuestro trabajo acaba tan pronto como encontramos a los parientes. Es básico que sepan que en esta fosa están enterrados sus ascendentes, pero a partir de ahí, cada uno trata este trauma como puede. Hay mucho dolor, y todas las formas de sentir son respetables», aseveraba Taberner. Hay quien ha trasladado la intención de enterrar a su familiar, y también quien no quiere saber nada sobre el progreso de los trabajos. «Quedan incluso hijos e hijas de los fusilados. A veces, sus familiares piensan que remover esto puede traerles problemas de salud». No obstante, aseguraba que la mayoría de las familias ya localizadas ha optado por participar en el proceso, para pedir la exhumación y el entierro del pariente ejecutado y arrojado a la Fosa 21, han destacado.

Descendencia localizada

Hasta el lunes, la Associació de Familiars de la Fosa 21 había podido localizar a las familias de cuatro de los vecinos de Bocairent y a la de uno de los de Ontinyent. Tras empezar a moverse después del anuncio, por parte de la Generalitat, de la licitación de los trabajos de exhumación, otras dos familias se pusieron en contacto con la asociación de víctimas. Si bien restan meses hasta el inicio de los trabajos en la Fosa 21, aún son muchas las familias que quedan por localizar. Por ello, piden ayuda a los consistorios de Ontinyent y Bocairent. «En los pueblos es más fácil encontrar a la gente, ya que los apellidos son más o menos conocidos. Pediría que, si alguien conoce a algún posible pariente, que difundan esta petición», rogó Pilar Taberner.

Con todo, la noticia de la exhumación ya es un gran paso en la memoria democrática local de las poblaciones cuyos hijos fueron asesinados durante la represión franquista. Según consta en los documentos de las ejecuciones, los once hombres de Bocairent fueron fusilados el mismo día, el sábado 15 de julio de 1939, tres meses y medio después del final de la Guerra Civil Española. También dos del grupo de Ontinyent fueron asesinados la misma jornada. Dos días después los franquistas ejecutaron a otros dos vecinos de Ontinyent. El grueso del grupo de apresados de la capital de la Vall d’Albaida sería asesinado el día 19 de julio. El último cuerpo en ser arrojado a la Fosa 21, el 27 de marzo de 1940, también sería de otro ontinyentí, Manuel Salcedo. Todos ellos podrían ser enterrados, de nuevo, cerca de sus hogares.