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La Ofrenda de los paraguas

Cientos de falleros de Xàtiva desafían a la lluvia en un recorrido reducido desde el Mercat hasta la Seu muy pasado por agua - Los participantes y los músicos tuvieron que soportar un aguacero por momentos

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Una Ofrenda pasada por agua en Xàtiva Fotos: Perales Iborra

Decir que la lluvia deslució la Ofrenda de flores a la Mare de Déu de la Seu en Xàtiva sería quedarse muy corto. Los paraguas coparon el protagonismo de un acto que dejó imágenes surrealistas, como la de los grupos de músicos que avanzaban bajo carpas portadas a mano por falleros de paisano con capucha. La borrasca Celia apenas ofreció fugaces instantes de tregua a lo largo de la tarde y, por momentos, quienes se atrevieron a desfilar tuvieron que soportar un auténtico aguacero sobre sus cabezas.

Aunque el jueves se barajó la posibilidad de limitar la Ofrenda al interior de la Seu, la Junta Local Fallera (JLF) y los presidentes se inclinaron a mediodía de ayer por mantener el recorrido con las bandas, aunque con un itinerario mucho más corto de lo habitual. Las falleras y los falleros de las comisiones se concentraron en la plaza del Mercat en torno a las seis de la tarde, desde donde (después de refugiarse bajo los porches) partieron rumbo a la calle Corretgeria para acabar desembocando en la Seu, a la que accedieron por la puerta principal para adentrarse por el pasillo principal hasta depositar el ramo en el altar.

La rapidez con la que avanzaban las comitivas y el reducido trayecto que tenían que recorrer acortaron de manera excepcional la duración del acto. A pesar de las insistentes precipitaciones y los avisos de que el temporal no tenía visos de amainar, para muchos falleros pudieron más las ganas y el fervor, después de dos años sin Fallas en Xàtiva por culpa de la pandemia.

Cientos de ellos se enfundaron en su indumentaria oficial y salieron paraguas en mano a la calle para recorrer el itinerario marcado, resignados a las inclemencias del tiempo. Eso sí, la participación fue mucho más reducida que otros años, puesto que muchos integrantes de las comisiones prefirieron quedarse como meros espectadores de paisano. Su papel fue importante como suministiradores de paraguas.

Otro año sin normalidad

Junto a la ilusión de poder volver a celebrar el acto después de tanto tiempo, en las comisiones también pesó el hecho de querer depositar las flores ya compradas para la Ofrenda como manda la tradición a la hora de decidir que el evento se mantuviera. En 2015 se suspendió en su formato habitual por la lluvia y se decidió trasladarlo al interior de la Seu, aunque en aquella ocasión el cambio acabó con la indignación del mundo fallero con el entonces abad por no dejarles pasar más allá del vestíbuo del templo. En esta ocasión fue diferente y la iglesia se llenó hasta los topes. Al menos en el interior pudo vivirse un poco de la anhelada normalidad prepandémica. El abad, José Canet, se hizo una foto con todas las falleras mayores y los presidentes. En 2021, la Ofrenda se hizo en la Seu pero a puerta cerrada, restringida a los representantes de cada comisión y a las Falleras Mayores.

Esta vez, Patricia Viñes y Marives Puchades tampoco pudieron experimentar el acto en todo su esplendor, tras un mandato largo pero lleno de inconvenientes que han frustrado ya tres programaciones oficiales de Fallas. Por tercer día consecutivo, la «mascletà» de ayer se tuvo que suspender en Xàtiva. Tampoco el tradicional recorrido del jueves pudo desplegarse, a pesar de que algunas comisiones aprovecharon el mínimo parón de la lluvia para salir a la calle con los músicos. Éstos fueron otros de los grandes damnificados de ayer, puesto que tuvieron que tocar en condiciones pésimas y acabaron yéndose a sus casas empapados de agua.

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