Ricardo Rodríguez, Valencia

"Desde el momento en que vi esta sala sentí que me llamaba, que algún día acabaría exponiendo en ella". El artista norteamericano Darryl Pottorf inauguraba ayer su exposición Experimentos en consecuencia en la Sala de la Muralla del IVAM con una presencia de excepción. Robert Rauschenberg, uno de los artistas estadounidenses más importantes del último medio siglo, y "padrino" artístico de Pottorf, estuvo ayer presente en Valencia para no dejar solo a un artista con el que ha colaborado durante décadas, y que muchos ven como heredero de su manera de entender la pintura.

En silla de ruedas, debido a su delicado estado de salud, Rauschenberg aprovechó su paso por Valencia para agradecer al IVAM el premio Julio González que le fue concedido en 2004, y en cuya ceremonia de entrega no pudo estar presente. "Pese a sus 83 años, mantiene la vitalidad de un joven de 33", aseguraba Barbara Rose, amiga del artista y comisaria de la exposición de Pottorf, y una de las personas que mejor conoce a ambos.

Un nexo de unión entre dos generaciones, la del "genial" Rauschenberg, que apenas sale ya de su residencia, en una paradisiaca isla caribeña, y la de Pottorf, treinta años menor, pero inevitablemente unido a la figura de su maestro, al que recordó en reiteradas ocasiones durante la presentación de Experimentos en consecuencia. "Robert ha sido el catalizador de muchos artistas. Su trabajo ha sido siempre el de apoyar a muchos para que emprendiéramos nuestra propia carrera, y las obras que aquí hay deben mucho a esas enseñanzas", declaró el artista, quien también recordó la gira que ambos hicieron por todo el mundo: "Fue un placer visitar tantos países, porque siempre me ha encantado viajar", declaró.

El fruto de muchos de esos viajes se aprecia en los cuadros que hasta el próximo 18 de mayo cuelgan en la Sala de la Muralla del IVAM. Entre diversas referencias, destacan las que van unidas a Valencia, ciudad en la que Pottorf residió durante algunas semanas, y que ha servido de inspiración para algunos de los cuadros.

Desde la Iglesia del Carmen hasta la Puerta de los Apóstoles de la Catedral, pasando por la fachada del Palacio del Marqués de Dos Aguas, carteles luminosos o palmeras. La ciudad se expresa a todo color en la obra de Pottorf. "Hice más de 2.000 fotografías en el tiempo que estuve en Valencia, y a partir de algunas de ellas realicé mi obra", declaraba, poco antes de declararse "totalmente enamorado de una ciudad en la que el peso de la Historia se deja ver como en pocos lugares, y en la que, a pesar de las reconstrucciones, se puede seguir viendo el paso del tiempo a través de los edificios".

Transformación saludable

En Experimentos en consecuencia conviven obras recientes con otras que tienen más de una década, y que forman parte del pasado de su autor, que sufrió una profunda transformación en su arte de la manera más insospechada: "Antes manipulaba imágenes a través de diversos productos químicos, como la acetona, hasta que me di cuenta de que podrían afectar a mi salud. Decidí que prefería seguir siendo un artista vivo, y opté por otra línea, con materiales acuosos y más colores".

"Se trata casi de pinturas al fresco", como las que el artista adora, fruto de una innegable pasión por el Renacimiento y sus formas: "Siempre quise viajar a Europa, y en cuanto pude, me fui a Italia, y en Florencia descubrí mi estilo, en el que conviven la pintura y la fotografía, pero también la arqueología o la arquitectura, dos disciplinas que me encantan".