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Un desafortunado accidente doméstico se ha llevado a Juan Mateu. La muerte tiene esa vis cómica o absurda, que diría Juan, una figura que ya se echa de menos en Pedralba, el escenario de su existencia. Una inoportuna y fatídica caída ha conseguido lo que no pu?do la Guerra Civil, ni la hambru?na y la represión de la larga noche franquista, ni tampoco su exilio en Toulouse, por otra parte, "una de las épocas más interesantes y felices (si no la que más)" de su vida.

El buen amigo y mejor compañero Juan "el royo", como le conocíamos todos desde siempre y no porque llevará los cabellos rojos sino por el color de su corazón y de la sangre que bombeó durante casi 80 años, acaba de emprender su último exilio.

Albañil de oficio y escritor de vocación, Juan Mateu cultivó ambas pasiones desde muy temprana edad. Esa pasión creadora le llevó a convertirse en autor teatral, novelista casual y escritor de innumerables artículos, trovas, sainetes y crónicas diversas.

Sus primeros frutos literarios importantes cayeron del árbol durante su estancia en Francia entre 1957 y 1967: un drama cómico Don Juan Tenorio "El Refugiao" y un "esperpentillo", El Pasaporte, que hablaba de las vicisitudes de la emigración española de los años cincuenta y sesenta. Ambas obras fueron representadas en Toulouse por las compañías de teatro Iberia y Los Amigos del Teatro Español.

Pero su gran éxito llegaría treinta años después con la publicación de las Memorias de un albañil de pueblo. Retazos de cotidianidad, jocosos, anécdotas macabras, crónicas pasadas por el cedazo de la socarronería e historias tiernas, donde el absurdo acaba poniendo orden a una biografía vivida con intensidad hasta su último sorbo. Así era Juan Mateu "el royo".

La vida de este escritor autodidacta, compañero generoso y ciudadano comprometido fue un verdadero militante de la libertad.