Con la muerte de Luis Blanes se extingue una brillante generación de compositores valencianos de la que formaban parte Báguena Soler, Llácer Pla y Amando Blanquer, que supo trasladar la savia de los compositores nacidos en el XIX, como Palau o López Chávarri, al actual plano musical.

Sin duda una de las características de Blanes, además de su exquisita afabilidad personal, era que normalmente nunca estuvo sujeto a ninguna corriente estética especulativa de las que atravesaron su generación y disfrutó de una absoluta libertad creativa. Como tantos otros, tuvo que compartir su labor creadora con la académica. Fue Catedrático de Armonía y desarrolló una labor pedagógica que queda como herencia a través de sus múltiples publicaciones. Blanes, además de su música, deja también un importante legado en cuanto a tratados de Armonía, su especialidad.

Su trabajo osciló entre la elaboración de arriesgadas obras, como por ejemplo su Quinteto de metales que fue estrenado en el Festival de Música Contemporánea de Alicante, así como muchas otras obras para diferentes formaciones. Asimismo, también deja publicaciones de interés en torno a compositores que tuvieron una gran influencia en él como Vicente Pérez Jorge.

Con ocasión de su 75 aniversario, celebrado no hace mucho, tuvimos la oportunidad de escuchar algunas de sus obras líricas, canciones que demuestran una sensibilidad fuera de lo común y un acercamiento muy original al folclore del que son herederos prácticamente la mayoría de compositores de su generación, como también fue el caso de la compositora Matilde Salvador.

Su muerte abre un paréntesis y obliga ahora a una nueva generación a recuperar un pulso para ocupar la maestría que ha dejado su legado musical.

El mundo musical valenciano notará su ausencia y sobre todo echará en falta su presencia estimulante en la propia vida musical valenciana.