«La vida por delante»

teatro olympia

De Romani Gary (Emile Ajar). Int: Concha Velasco, Rubén de Eguia, Carles Canut, José Luis Fernández. Dirección: Josep Maria Pou.

Llevamos años intentando cambiar algunas tradiciones del denominado teatro español. Es verdad que bastantes cosas han cambiado, y, hoy, nuestros escenarios son más plurales que otros tiempos (no digo más interesantes). Pero hay aspectos de la tradición que siguen vivos, como el hecho de que una buena parte del gran público que se acerca a un teatro lo hace para ver en directo a cabezas de cartel. No lo digo de forma peyorativa. Lo peyorativo viene porque en el patio de butacas de la noche del estreno sonaron móviles, y hubo hasta quien se puso a hablar por uno de ellos en medio de la representación.

En fin, estaba claro que allí estaba Concha Velasco; y, esta vez, también ese olfato que tiene Josep Maria Pou para cazar éxitos de otras carteleras. Éxitos, pero nunca obras de usar y tirar. Lo vuelve a demostrar al darnos a conocer esta pieza que cuenta un trozo de la vida de una ex prostituta judía entrada en años, superviviente de Auschwitz, que ha ido acogiendo a los hijos de compañeras de profesión.

A partir de ahí, el autor, Romani Gary, ofrece, con muy buen oficio, y con algún tópico de más, un mensaje: la importancia de las personas sobre las religiones. La del padre que renuncia a su hijo por la religión es una gran escena. Como lo son las que aparece madame Rose (personaje digno de una diva) y Momo, un adolescente criado en la religión musulmana, siendo que su benefactora es judía. Sentimientos, emociones, ideas y toques de humor se funden en una obra a la que le sobra final: no hacía falta alargarlo y concretarlo tanto.

Hablaba del olfato de Pou, ahora hay que hacerlo del tacto en la dirección escénica. Concha Velasco está perfectamente dirigida en gestualidad y acciones. Aunque, en ese perfectamente también aparece alguna pequeña grieta. Si bien había momentos magníficos, los más, otros, se notaba en demasía ese remarque, perdiendo cierta frescura. Asunto que pareció no importar al público, ya que ovacionó de pie a esta auténtica diva durante largos minutos. Pero dejemos a un lado, por un momento, esa devoción, para hacer caso al joven actor Ruben de Eguia, un Momo muy sensitivo y entonado.