Este año se conmemora el 200 aniversario del nacimiento del historiador, cronista, Presidente de la Academia de San Carlos y Secretario de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Valencia entre 1856 y 1871, Vicente Boix y Ricarte. Fue un erudito y un hombre preocupado por el patrimonio valenciano, como así dejará patente esta misma tarde Francisco Javier Delicado, Secretario de la Academia de San Carlos, durante la conferencia que ofrecerá en la propia institución.

Al margen de sus numerosas aportaciones, Boix realizó en su día una propuesta muy interesante que no llegó a fraguarse pero que hubiera dotado a Valencia de un pabellón de hombres ilustres en el antiguo Convento de Santo Domingo, utilizando las capillas de los Reyes y de San Vicente Ferrer. No fue adelante, cuentan, por su elevado coste. Pero el empeño fue titánico y hoy, seguramente, se agradecería su existencia.

Como se agradecería no haber perdido o arruinado tanto y tanto patrimonio que con leyes o sin leyes, bajo decisión caprichosa o en pro del supuesto progreso esta comunidad ha ido abandonando en los últimos siglos como bien recogió el también historiador Salvador Aldana en su obra Monumentos desaparecidos de la Comunitat Valenciana.

Viene esto a cuento porque al menos el progreso ha permitido conservar uno de los edificios conventuales más antiguos e importantes que posee Valencia, el conocido como Monasterio de la Trinidad. Ahora por fin abre sus puertas, aunque sea a grupos reducidos y previa reserva. Sólo quedan allí cuatro monjas octogenarias. La necesidad de preservar este patrimonio les obliga a abrir las puertas a un espacio de clausura que apenas la ciudadanía ha podido traspasar en las últimas décadas. Asimismo, conseguir una fuente de financiación que antes les daba a la orden de las clarisas el alquiler de un espacio a la Diputación de Valencia como sede de la sala Parpalló.

Sin embargo, como aviso de su apertura se ha colocado a las puertas del convento un reclamo publicitario que machaca el edificio y le resta seriedad. En azulete, además. Alguno podría darse un día de estos una vuelta por el Convento de las Descalzas Reales de Madrid para ver si pilla alguna idea.

Probablemente las monjas no sean de este mundo y desconozcan nuestras leyesaún así el desconocimiento no exime del cumplimiento pero lo más grave es que quienes las elaboran las incumplan o lo permitan.

La Ley de Patrimonio Cultural Valenciano es muy clara en el apartado que establece la prohibición en cualquier espacio declarado Bien de Interés Cultura (BIC) de publicidad exterior en sus diferentes formatos y soportes de fijación: mástiles, vallas, paneles, carteles, lonas, toldos... La orden ha dicho que el suyo no piensa retirarlo. No me extraña. Junto a él, el Museo San Pío V, también BIC y por partida doble, tiene su fachada poblada de cartelones promocionales, como sucede en el Centre del Carme, el IVAM o el MuVIM, entre otros muchos.

Las leyes están para ser cumplidas, gusten o no, como nos recuerdan ahora con tanta sentencia condenatoria a "nuestros" políticos. Más aún si cabe por aquellos que las impulsan, establecen y supuestamente controlan. Así que, algunos ya tardan. Marta Alonso, directora general de Cultura, la primera.