En la primera parte de la velada, las Variaciones Haydn recibieron una interpretación más irregular, donde el oboe ahogó un poco el fraseo de la tercera, la cuarta sonó fría, la séptima superficial, y a lo deseado y esperado sólo se llegó en la secuencia conclusiva, donde a una octava variación adecuadamente rumorosa siguió un final perfectamente construido en su creciente intensidad. Mucho más interés tuvo el Quinto de Mozart, donde Arabella Steinbacher (Múnich, 1981) reverdeció los laureles conseguidos hacer tres años con un sonido tan puro como rico y una técnica exquisita. Merecen por lo demás mención el juicioso reparto de volúmenes y acentos en un adagio en cuyo delicado acompañamiento brilló la pareja de trompas formada por María Rubio y Juan Ramón Gassó, y la gracia derrochada por todos los músicos en todos los tramos del rondó final, más la Obsesión de Ysaye ofrecida por la solista como deslumbrante propina.