«Me interesa la escritura para poder contar cómo es la sociedad y cómo vivimos. Mi literatura enseña el funcionamiento de las personas en un momento de su desarrollo. Es un ajuste de cuentas conmigo mismo, mi generación y el tiempo que nos ha tocado vivir. Toda mi obra ha sido así», manifestaba el escritor valenciano Rafael Chirbes tras recibir el Premio Importante en reconocimiento a su trayectoria literaria, su independencia y la crónica de la realidad que nos ha dejado recientemente en dos libros claves de la última literatura española: Crematorio, llevada también a la pequeña pantalla, y En la orilla. Dos novelas valientes, duras pero al mismo tiempo reales, visibles y que quedarán como espejo de nuestra reciente realidad.

Si bien en sus primeras novelas Chirbes rastreó la evolución de nuestra sociedad desde la posguerra hasta la Transición, en Crematorio desnuda la corrupción urbanística, el poder político y empresarial vinculado a ella al tiempo que denuncia la ambición desmedida por el dinero. En la orilla dibuja nuestro momento más próximo, el estallido de la burbuja inmobiliaria en un paisaje fácil de reconocer, el nuestro, y sobre todo sus consecuencias económicas y sociales. Y lo hace de frente. A tumba abierta. Sin miedos.

Este libro, además, ha sido ampliamente laureado. El último obtenido era el Premio Nacional de la Crítica, como recordó el director de Levante-EMV, Lluís Cucarella, a la hora de entregarle al autor de Tavernes de la Valldigna el galardón correspondiente al mes de enero.

Cucarella añadía que el Premio Importante reconoce la trayectoria de aquellos que han destacado en su especialidad y sirve para que los valencianos vean que somos capaces de hacer cosas buenas e importantes. En el caso de Chirbes, el diario continuó Cucarella tenía una deuda pendiente «con uno de los mejores escritores del momento. Como director de Levante-EMV es un orgullo entregar este premio en reconocimiento a su trayectoria», concluyó.

«Para mí es también un orgullo y un placer que me den un premio en esta tierra tan querida y odiada a la par comenzó diciendo en su intervención Chirbes. Recuerdo que cuando de joven salía de Madrid en tren y empezaba a amanecer lo que veía eran pueblos abandonados, campos desiertos. Era la España que cuenta Galdós en Las tormentas del 48 cuando la protagonista vuelve de Francia y empieza a ver a aquellos campesinos. Pero cuando el viaje llegaba a La Font de la Figuera y salía el sol tenías la sensación de que llegabas al paraíso. Hoy voy a cualquier parte del país y todo me maravilla, pero según te vas acercando a Valencia empiezas a ver la miseria, la basura, los montones de escombros, tierra removida, naranjos secos o arrancados. Las ciudades que eran bonitas se han vuelto feas. A las plazas que eran bonitas le han puestos edificios horribles. ¿Qué castigo tiene esta comunidad condenada a muerte por la economía? ¿Quién ha hecho esto?», se preguntó el escritor.

Para él es cierto que los que han mandado «no se han lucido», pero también que la oposición y la sociedad han sido complacientes y han jugado a cuanto peor, mejor. «Aquí no ha habido nadie que se haya preocupado por su territorio ¿Qué hace la burguesía valenciana? Tenemos lo que nos merecemos», añadió.

Al acto de entrega del premio asistían también en representación del periódico el Subdirector de Gestión, F. J. Guixá, así como el Subdirector Jesús Civera, el Jefe de Cultura, José Ricardo Seguí y el colaborador y crítico gastronómico Antonio Vergara, quien compartió experiencias profesionales con Chirbes en los tiempos en los que el autor practicó la crítica gastronómica en diferentes publicaciones.