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Valiente sesión

Brillantísima y valiente sesión de los 16 músicos del ensemble Budapest Strings. Lo primero porque se mostraron como magníficos solistas correspondiendo a su raza y rango y lo segundo porque, al tratarse de pentagramas de hace 80 o 90 años, hay lenguajes musicales arduos de asimilar en una primera audición. Y ellos nos lo pusieron fácil.

Por ello, el público de la SFV escuchó con minuciosa atención y respeto la fulgurante versión del ballet-pantomima Apollon Musagète (1928). En él, siguiendo la tradición clásica, Stravinsky, en su periodo neo-clásico, dibuja toda una suerte de sonoridades para Apolo y tres de sus musas (Calíope, Terpsícore y Polimnia) con la excusa del tema mitológico, aprovechados por los solistas de Budapest con clara y redonda sonoridad sin caer en estridencias ni excesos. La solemne presencia de cellos y el contrabajo apoyando el vuelo controlado de los violines fundieron con mesura ante la noble y cálida presencia de las violas.

Iniciaron la segunda parte con el Divertimento para cuerdas (1939) para el que Bartok exigía 22 músicos, lo cual no fue óbice para que la embajada magyar demostrara su calidad superlativa. Como músico nacionalista y gran musicólogo, fue el principal recuperador del folklore de su país, mostrando al mundo la riqueza de aquellos territorios como haría Falla en España o Villa-lobos en Brasil. La obra, rica en hermosas melodías y constantes dinámicas, rezuma influencias zíngaras en su poliritmia del inicio llegando a un coqueteo con la atonalidad en el Adagio. El Allegro final, con los diferentes momentos protagonistas y el solo agitado y agitanado del concertino János Pilz, provocó una explosión de aplausos y bravos.

Por último, en un cambio total de sonoridades, interpretaron el Rondó Magyar (1917), de Zoltan Kodaly. Trufado de elementos autóctonos, los aquincenses lo resolvieron con apabullante destreza quienes, fuera de programa, disfrutaron e hicieron disfrutar con varias Danzas rumanas de Bartok. Evocando su patria.

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