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Entrevista | Helga Schmidt

"Figuré en la empresa que cobraba de Les Arts porque la Generalitat quiso"

"No veo hora de declarar ante el juez. Se ha secuestrado mi libertad por primera vez en mi vida"

Helga Schmidt, en la terraza del Hotel Las Arenas.

Doce del mediodía. Ayer. Calor asfixiante en la terraza del hotel que se ha convertido en casa y jaula de oro de Helga Schmidt. Al frente, entre insectos infatigables, el mar, símbolo de la libertad perdida que hoy anhela. Es la consecuencia de la intervención judicial el pasado 20 de enero en el Palau de les Arts, de la que resultó imputada por los presuntos delitos de prevaricación, malversación y falsedad. Cuatro meses después, reaparece. «Estaba en la cama enferma y débil tras una cura de antibióticos cuando vinieron, no podía casi caminar, me ayudaron y me llevaron al Palau „recuerda„. El juez y la policía se comportaron muy bien, buscaron lo que tenían que buscar y en los 5.000 folios que he recibido mi abogado dice que no hay ni un papel que la Generalitat y sus órganos de control no tuvieran ya».

¿Está bien ahora de salud?

Un poco mejor, aunque la herida es muy profunda y nunca va a ser eliminada, pero estoy con toda la voluntad de reconstruir mi salud y el deseo de vivir, seguir adelante y distanciarme de Les Arts para el que he dado todo durante 15 años, un trabajo enorme, agradecido al principio, artísticamente siempre.

¿Y econonómicamente?

Se me ha acusado de despilfarro y no lo ha habido. No hay un déficit para nada en la gestión de Les Arts, nunca lo hubo. Costó formar una institución de importancia con grandes directores y con producciones propias, pero eso es una inversión de calidad, que en un tiempo supone ingresos. Ahora Turandot o l'Elisir d'amore viajan y hay teatros interesados.

Pero Les Arts arrastra unas pérdidas de 34 millones.

Yo he ahorrado cada año, a veces más de 1,5 millones, hasta dos, en programación. Estoy en una posición de libertad para decir que los déficits anuales no son de gestión, sino que vienen de un contrato del principio que obliga a pagar un canon a la Ciudad de las Artes, que iba a ser simbólico y derivó en 5,5 millones que hemos tenido que contabilizar, aunque Hacienda lo tenía que enviar para acabar nosotros pagando a Cacsa, que es de Hacienda, pero no lo hemos recibido además al completo. Esto, más los recortes hechos después del presupuesto aprobado, son los que producen el déficit de 34 millones.

Hasta 2014, cuando ya no hubo déficit.

Porque recibimos 3,9 millones en noviembre de Cultura, con los que lo evitamos. Es el primer año que pasa, porque el presupuesto solo era para cubrir la nóminas.

¿Por eso ahora con María José Català no hay déficit y antes sí?

Eso es.

¿Es usted un árbol caído?

La conselleria puede decir lo que quiera. Yo me siento triste, pero no soy vengativa, solo quiero la verdad y va a salir porque voy a decirla, tengo documentos y el mundo del arte internacional me ha demostrado su solidaridad.

¿Quiénes han sido tan mezquinos y malos para echarla?

No voy a decir nombres. Quienes me han hecho tanto mal lo saben muy bien y van a descubrir que la verdad va a salir sin necesidsd de decir nombres. El mundo del arte sabe de dónde viene y por qué. Yo pregunté muchas veces durante el registro qué pasaba, pero no podían explicarme nada hasta el final. Entonces el juez me dijo que podía irme. Desafortunadamente estoy imputada como consecuencia.

¿Cree que los políticos se la han querido quitar de encima ahora?

[Silencio durante 20 segundos] No pondría un plural.

Singularice.

Evidentemente es el Consell el que decide. Es plural, pero decide según propuestas.

¿Por qué entró en el consejo de administración de Patrocini de les Arts [la empresa que cobró comisiones del coliseo]?

Yo no entré, fui invitada con Vicente Garrido [presidente del Consell Jurídic], que estuvo siempre a mi lado. Cuando los abogados [José Antonio] Noguera [Puchol] y [Joaquín] Maldonado vinieron con una propuesta de traer patrocinadores con una empresa externa, dije que no quería saber nada, que fueran a Presidencia. Vicepresidencia los delegó a la consellera de Cultura y su secretario autonómico.

Trinidad Miró, en 2009.

Sí. Trini Miró y Rafael Miró. Con ellos negociaron y ella dijo adelante al proyecto. El contrato fue aprobado en la conselleria. ¿Qué más podía hacer? Firmé el contrato después de que se aprobara y aconsejada por Garrido. Fuimos los dos invitados al primer consejo y nunca hemos cobrado un euro, no hemos sido socios.

¿Solo fue a una reunión?

Sí, a la de constitución.

¿Por qué no más después?

No tenía entonces un jefe jurídico. Cuando llegó y se trató el tema me dijo que creía que no debía estar en el consejo porque podía haber un conflicto de intereses. Llamé y dije que no iba a más. Ellos consideraban que no había conflicto, pero mi jefe jurídico me aconsejaba irme y lo hice. Se lo dije a Garrido e hizo lo mismo.

¿Usted era consciente de que Les Arts pagaba comisiones a una empresa en la que usted figuraba? Más allá de la ley, no parece muy ético?

Nunca estuve en la empresa. Figure en el consejo porque la Generalitat lo quiso y me dio la orden de firmar el contrato junto a mi director administrativo de entonces, Ernesto Moreno, con el que tenía la firma mancomunada. Si recibimos la orden, es porque es válido legalmente, ¿no? La comisión era para la empresa por su trabajo; nosotros solo recibíamos el dinero del patrocinador.

¿Cree que estuvo mal asesorada en ese momento?

Mire, yo no soy abogada, pero tenía a mi lado al presidente del Consell Jurídic y me sentía segura. Y en la Generalitat hay abogados; debería ser algo serio y válido. Si luego viene mi jefe jurídico y me dice otra cosa? Con solo ver una duda legal me fui. Fue discutido además con la Sindicatura de Comptes, que lo aceptó. Que los interventores lo sacaran dos años después de ser archivado no me pareció muy apropiado.

¿Pasó lo mismo con los contratos de Zubin Mehta y Plácido Domingo, cuestionados ahora por la justicia? ¿Tenían la aprobación de la Sindicatura?

Teníamos un caché tope para los artistas de 20.000 euros por función, como en Madrid o Barcelona. Después bajé a 18.000. Existe una ley del mercado y si quieres ver a Gergiev, Chailly o Maazel has de pagar lo que cobran en el mundo. Maazel ha recibido aquí un caché 10.000 euros inferior a lo que cobró en Múnich. Yo he hecho todo lo posible por bajar cifras, pero no es el gran coste, porque si tienes grandes artistas y calidad ingresas más en taquilla que si haces mediocridad. Nunca me ha interesado el gris, la mediocridad. Para nada. Pero no es el lado artístico el gran coste: es el mantenimiento y el personal. No recuerdo que Mehta o Domingo aparecieran en los documentos oficiales, hablan solo de investigar y controlar los contratos en general, sin precisar. Luego la prensa ha escrito?, pero no he pagado más o menos a ellos para coger un porcentaje para mí, como se insinúa. En toda mi vida he cobrado una comisión. Nunca.

¿Ha hablado con la consellera Català tras su salida?

La última vez fue el día de San Vicente Mártir, en enero. Me llamó, quería verme. Fui a su despacho y me comunicó que tras el registro y, como imputada, tenía que rescindir mi contrato. Yo dije que no soy funcionaria ni política, que tengo un contrato de alta direción y que podía permanecer hasta que la causa finalizara. Pero me dijo que tenía el encargo del presidente de rescindir el contrato. Solo pude aceptarlo. El fin de 15 años de trabajo profundo, con gran éxito, afortunadamente. Me dijeron que me iban a pagar todas las indemnizaciones legales.

20.800 euros. ¿Los cobró?

Está en manos de los abogados, porque parece que es una cuarta parte de lo que se me debería pagar. Se me ha retraído también un pago de audiciones de 2005-2006 que Maazel hizo en Londres con una tarjeta de crédito por menos de 2.000 euros. Pero lo importante es que estoy imputada y no veo hora de declarar una vez que el juez, que siento que esté enfermo, esté de vuelta.

¿Conocía el informe «Diógenes»?

Sí, pero nunca lo he leído, me dijeron que no valía la pena. Fue escrito en enero de 2010 y nadie le dio valor, pero de repente en julio de 2012 se modifica algo y es enviado a Cultura y Hacienda, que dieron orden de hacer una intervención. Pero no hay nada en los informes de Intervención sobre delitos penales, todo son cuestiones civiles.

El documento dice que su hijo hizo negocios con el Palau de les Arts. ¿Es así?

La Intervención dice muy claro que es falso, como muchas otras cosas en ese Diógenes. Dice que mi hijo aprovechó una sala para una grabación de una ópera. No la hacía mi hijo, sino un abogado de Londres representando a una empresa y pagaron igual que Decca o Deutsche Gramophon la tarifa. Fue un contrato legal y pagado. Y no es la empresa de mi hijo, no es su agente. Él es un promotor de espectáculos y he sido prudente para no ser acusada de nepotismo.

¿Y después de Valencia, qué va a hacer?

Tengo ofertas desde el día después del registro, pero no quiero pensar ahora en ópera o instituciones. Estoy con una gran tristeza por la injusticia causada y he de pensar en mi salud. La verdad brillará, más pronto que tarde. Quiero que me devuelvan el pasaporte, poder viajar y no ir a la Policía dos veces al mes. Quiero visitar especialistas que me puedan ayudar con mi enfermedad, descansar en mi casa y algo estupendo como ver a mi primera nieta, nacida en febrero en Londres, que veo solo en foto. Aquí estoy en un hotel que me cuesta mucho y he perdido la libertad que ha conducido toda mi vida. Se ha secuestrado mi libertad por primera vez en mi vida.

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