Si alguna vez viaja al centro del centro de África, a las provincias de Kasai y Katanga, en lo que hoy es la República Democrática del Congo y antes fue Zaire y antes aún el Congo Belga, y se encuentra con un lugareño llamado Carsí, que no le suene a swahili ni a lingala, sino a valenciano. El nombre es un homenaje al médico de Alfara del Patriarca Mariano Carsí, una muestra de gratitud de algunas mujeres con problemas de estirilidad „un drama en aquella sociedad„ al especialista en ginecología que les ayudó a ser madres.

El doctor Carsí (1927 - 2008) llegó al Congo en 1958, sobrevivió casi de milagro durante los años de la descolonización, pero nada lo apartó del país africano durante casi medio siglo. Solo lo consiguió la jubilación, en 2001, tras la que regresó definitivamente a su casa valenciana „hasta entonces lo hacía algunos años por vacaciones„, convertida ya entonces en un pequeño museo de África, a través del cual recordar y añorar la vida en la excolonia belga.

Ese ambiente de antiguo gabinete de curiosidades, donde cabe casi todo „incluso los vetustos baúles con los que transportaba lo que compraba y le regalaban„, es el que evoca desde ayer una de las salas del Museu d'Etnologia de Valencia (en el Centre Cultural la Beneficència), que acoge la exposición Doctor Carsí, supongo?

El título hace referencia a la frase mítica del encuentro entre otro médico (Livingstone) y Henry Stanley, después de que este último lo encontrara. Además de la medicina, el otro elemento que une al británico y al valenciano es el mal de África.

Revueltas y revoluciones no alejaron nunca a Carsí del Congo. Allí llegó tras licenciarse en Medicina en Valencia y especializarse en medicina tropical en Amberes (1958). Luego vendrían „ya en África„ los estudios más profundos de ginecología y cirujía general.

Dos veces lo sacó la ONU del país ante el riesgo por los disturbios del proceso „guerra„ de descolonización (en 1958 y 1962) y dos veces regresó a los pocos días. En 1964, durante otra revuelta, decidió que prefería quedarse en el hospital. «Los rebeldes llegaron, lo atraparon y le dijeron que curaba a su hechicero o lo mataban», explicaba ayer a Levante-EMV su viuda, Maria Londero. Por suerte, el chamán nativo mejoró y Carsí se ganó el respeto de los guerrilleros.

Londero fue quien donó en 2010 el legado de Carsí al Museu d'Etnologia, compuesto por más de 800 piezas, de las que una parte se expone ahora. Hubo primero que catalogarlas y también legalizarlas (hay objetos de procedencia animal que la normativa obliga a demostrar que entraron en el país de forma legal). Los dos últimos años han sido de preparación de la muestra, visitable hasta el 3 de abril.

Además de fotografías, documentos, su diario y recortes de prensa que dan cuenta de los peligros a los que se expuso Carsí, están sus objetos africanos en forma similar a como los tenía en su casa de Alfara. También hay un apartado médico y otro dedicado a las piezas de arte que acumuló sin ánimo de coleccionista un hombre que «no era valenciano, ni belga, ni congoleño», tras 43 años en el país, destacó el comisario, Robert Martínez.

Y que vivió una vida de novela, añadió el director del Museu d'Etnologia, Francesc Tamarit, con aventura, amor „en el Congo conoció a su mujer„, emoción y, sobre todo, compromiso. «Un hombre que aprendió y recibió más de lo que dio», resumió Maria Londero.